Ya estamos un año más, sumergidos en el ambiente navideño tradicional y típico de estas fechas. Hay quienes consideran que el anuncio de la lotería de todos los años, es el que sirve como señal inequívoca de que llegó la navidad. Otros, sin embargo, se sugestionan desde el primer instante en el que reciben la primera postal de felicitación navideña. El problema es, que quizás las nuevas tendencias quizás estén terminando con su verdadero encanto.
Todos sabemos cómo internet y las nuevas tecnologías han cambiado nuestras vidas. Ahora, el papel ha pasado a un segundo plano. Y no lo digo por aquello de los medios. Basta chequear el correo electrónico cada mañana en estas fechas y comprobar como un auténtico aluvión de felicitaciones nos inundan. Amigos, contactos, empresas, sitios web,... el número de emails en forma de felicitación navideña puede resultar incluso mayor que el del propio spam.
Este hecho al final se ha convertido en un auténtico problema, que por diferentes motivos, la falta de tiempo y el exceso de información, han convertido a la felicitación digital, en el nuevo terror de las bandejas de entrada. Este año he perdido la cuenta. ¿50, 100, 200...? El número de felicitaciones recibidas a través de mi correo ha sido sencillamente impresionante. A uno le podría alegrar el pensar que todos se acuerdan de él, pero no. Ya sabemos cómo funciona la cosa. Listas de correo y de contactos son utilizadas para tal bombardeo en muchas ocasiones ni siquiera de forma personalizada.
Sí, está muy bien todo esto de felicitar la navidad y aprovechar para hacer un poco de branding. Que buenos somos y cuantos nos acordamos de todos. ¡Es navidad!. El problema que como yo mismo, y seguramente muchos otros, al final recurrimos a la práctica extendida de ir eliminado tales correos sin ni siquiera examinar su contenido, yque con el paso de los años y tales prácticas han sido estigmatizados como irrelevantes, poco interesantes y un tanto aburridos. Nada nuevo en el horizonte.
Vale, que sí. Que es todo un detalle que la gente y las empresas dediquen su tiempo y recursos para fomentar el espíritu navideño, pero ya es imposible distinguir entre aquellos que realmente se acuerdan de uno y quienes cuyas acciones sólo corresponden a una simple estrategia de branding, email marketing o publicidad.
Uno ya sabe que llegó la navidad, pero que levanten la mano quienes añoran de verdad aquellas felicitaciones tradicionales con motivos de ocasión y colores dorados y brillantes que llegaban firmadas a mano y que solíamos colocar en nuestro lugar o mesa de trabajo. Entonces uno tenía la sensación de sentirse realmente importante y un tanto especial. Puede que quizás, igualmente y de forma práctica, no fuéramos más que un simple cliente al que se felicita la navidad, pero ¿qué me dicen de aquel encanto?
Ni siquiera las redes sociales donde a los más lejanos y distantes, siempre podemos sentir cercanos, y a quienes podemos felicitar de algún modo más personal, son suficientes para recompensar aquellas emociones y tradiciones de antaño. Este año, mi mesa de trabajo se mantiene una vez más vacía. Mientras, mi correo electrónico y su bandeja de entrada, se saturan de tanta felicidad que cada mensaje termina finalmente en el olvido pasando por ella sin pena ni gloria.
Dicho esto, y tras esta pequeña reflexión, aprovecho este momento y la curiosidad que te trajo hasta aquí, para desearte una feliz Navidad.