
Por Redacción - 28 Octubre 2015
La información se ha convertido en un activo cada vez más importante para las marcas. Las compañías quieren saber cada vez más cosas sobre sus consumidores y hacen cada vez más acopio de datos. Quieren saber cuándo compran, los productos que se llevan, los que realmente les gustan o las relaciones entre sus pautas de consumo para así ser más eficientes a la hora de presentarles nuevos productos y nuevos servicios y conseguir que compren. Los datos son un valor al alza y uno por el que las compañías pelean y por el que se esfuerzan en conseguir aunque, como se puede ver cuando se mira lo que los consumidores piensan sobre ello, son un valor que arrastra un elemento un tanto problemático.
Porque por mucho que las marcas valoren el poder de la información, los consumidores no están en la misma línea que ellos. Para los consumidores, que las marcas tengan tanto interés en sus datos y que estén haciendo acopio de los mismos abre la puerta a nuevos problemas y a nuevas situaciones de duda y en la que cuestionan lo que las compañías están haciendo. ¿Qué datos están acumulando exactamente las empresas? ¿Dónde están las fronteras de lo que están haciendo? ¿Qué harán con esos datos en el futuro? Y ¿cómo puede estar seguro el usuario de que su información no será convertida en un bien vendible o canjeable? Esas son algunas de las dudas a las que se enfrentan los ciudadanos y a las que las marcas tendrán que saber responder de forma clara y directa.
A los consumidores les preocupa su privacidad y les preocupa mucho más de lo que lo hacía hace unos años. El sentimiento generalizado es, de hecho, bastante negativo. Según datos de Capgemini Consulting, que acaba de realizar un estudio sobre el sentimiento de los consumidores sobre estos puntos, los vendedores no están siendo muy capaces de comprender sin fallos los límites entre personalizar la oferta e invadir la privacidad de los consumidores.
Los consumidores, apunta el mismo estudio, están viendo todas estas iniciativas de una forma particularmente negativa. La percepción que tienen (y el estudio es de ámbito global) es que las iniciativas de las marcas están yendo más allá de lo que deberían y que están, por tanto, infringiendo su privacidad.
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