Por Redacción - 4 Octubre 2017

El big data es una de esas cuestiones que se señalan de forma recurrente cuando se habla de grandes soluciones para los grandes problemas de las empresas. El big data puede arreglar muchas cosas y puede permitir a las compañías ser mucho más eficientes en muchas áreas, lo que ha hecho que para muchos se convierta en una suerte de elemento mágico, de gran esperanza que lo arreglará absolutamente todo.

En esta confianza absoluta por el big data, se tiene una suerte de visión de la herramienta como una suerte de varita mágica. Se espera que logre que casi por arte de magia todos los problemas se solucionen y todos los elementos que generan tensión y problemas se acaben. Una vez que se ha entrado en este terreno y que la empresa ha asumido el poder de esta herramienta, se acabarán los problemas y se tendrá el trabajo hecho.

Pero lo cierto es que, a pesar de que el big data es un elemento de mucha ayuda y uno que puede permitir a la empresa posicionarse en situaciones destacadas, no es una varita mágica ni una solución que hará que todos los problemas se acaben. El big data no logrará de una manera milagrosa que la atención al cliente mejore y que la experiencia del consumidor se convierta en superior.

Ayudará a que esto ocurra, cierto es, pero la empresa tendrá que hacer su otro trabajo al mismo tiempo. Cuando se leen o se escuchan los casos de éxito de las compañías que han usado el big data y que con ello han logrado mejorar sus posiciones y ofrecer experiencias a sus clientes mucho más positivas, como puede ser el caso de Amazon o el de Netflix, se suele centrar el análisis en el resultado final, pero no en todas las etapas que han tenido que atravesar estas empresas para lograrlo.

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