"El azar no favorece más que a los espíritus preparados". Louis Pasteur
Los cambios suelen sobrevenirnos y pillarnos desprevenidos. Tanto los buenos como los malos: la muerte de un ser querido, encontrar al amor de nuestra vida o cerrar una gran venta. La vida está llena de momentos inesperados desde incluso antes del momento de nacer, camino del óvulo de nuestra madre. ¿No les sucede a veces que mientras buscan una cosa, acaban encontrando otra de igual o mayor valor (no necesariamente económico)? Se trata de la serendipia. Una serendipia es un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado. Como señala Guzmán López en su libro serendipity (alienta editorial, 2009): serendipity es el descubrimiento de algo valioso de forma accidental. Cristóbal Colón murió creyendo que había llegado a la India, equivocado en su empeño de buscar una ruta más corta para llegar a Asia. La idea inicial de la aspirina era utilizarla como antiséptico interno pero no acabó funcionando del todo. Los mismísimos post-it fueron inventados por un empleado de 3M utilizando un pegamento fallido que pretendía ser superpotente y acabó impregnando las hojas que utilizaba como marcadores de libro para que no se cayeran al suelo. Una manzana que para otros simplemente caía del árbol, sirvió para que se descubriera la fuerza de la gravedad. Una secretaria más bien torpe que tenía que reescribir constantemente los documentos en la máquina de escribir, hasta que se le ocurrió añadir pintura blanca a su esmalte de uñas para poder terminar el trabajo a tiempo. 10 años después, Bette Smith ganó su primer millón de dólares. Había inventado el Tippex. El mismísimo Dr. House resuelve sus casos de la forma más inesperada e inconexa aparentemente. La lista de serendipias es inagotable: el descubrimiento del LSD mientras se investigaba un fármaco para la migraña, la penicilina, el principio de Arquímedes (del que salió la famosa palabra Eureka!), el teflón de las sartenes o los 4.000 millones de árboles plantados accidentalmente por ardillas que olvidan donde han enterrado el fruto. Lo verdaderamente interesante de la serendipia es la importancia de saber sacar partido del error, de obtener una oportunidad como fruto de un fracaso y de tener la capacidad de relacionar diferentes aspectos aparentemente sin relación entre si para encontrar nuevas soluciones, siendo capaz de ver el problema con cierta distancia que siempre facilita las visiones alternativas y los resultados inesperados. De hecho el agujero del donut, el monopoly, las tiritas o la píldora anticonceptiva fueron descubiertas por personas que no trabajaban en esos campos. Ríanse de cuando le pregunten sobre su experiencia previa, porque lo verdaderamente importante para que logremos descubrir cosas valiosas de forma accidental es intentar ver el mundo de una forma nueva cada día, de seguir experimentando y cuestionarse siempre lo establecido, sacando fuerzas de los fracasos obtenido y de ser constantes en nuestro cometidos. Creo que más que por azar, las cosas suceden por la acumulación de búsqueda constante. Pocas cosas suceden por azar, casualidad, suerte o destino y tenemos mucha más capacidad de moldear lo que nos sucede de la que creemos. Así que si no ha encontrado su serendipia siga buscándola, porque si el éxito sucede por casualidad, la casualidad se consigue con la búsqueda constante.