Por Redacción - 10 Enero 2017
Una de las cuestiones clave de lo que ha dejado 2016 en términos de marketing es el boom del marketing con influencers, que se ha convertido en una de las grandes cuestiones de moda durante el año saliente. Las marcas han descubierto el poder del influencer en redes sociales y el efecto que tiene en los consumidores, lo que lo ha convertido en uno de los elementos al alza.
Pero lo cierto es que, aunque parece que llevamos meses hablando del tema y que ya no queda nada que decir sobre ello, todavía hay mucho terreno por investigar y cambiar en el marketing con influencers. Tras el boom del primer momento y las primeras aventuras de las marcas en la cuestión, ha llegado el momento de pasar a la fase de madurez.
Y ahí es donde más o menos las marcas se encuentran ahora. Ya no todo puede valer en el marketing con influencers y hay que empezar a trabajar en otras cuestiones. Como apuntan en un análisis que acaba de publicar Forbes, ciertos puntos crearán cambios, debate y modificarán la estrategia de las marcas. Estas son las realidades que las marcas tienen que empezar a tener en cuenta ahora sobre marketing con influencers.
Tras el boom de los influencers y de que todo el mundo pareciese estar hablando de ellos y de cómo usarlos para potenciar el mensaje de la marca, llegará la etapa más madura de la cuestión. Es decir, las marcas ya no intentarán simplemente posicionarse con influencers y meterse como sea en ese terreno, sino que intentarán hacerlo bien. Y en ese hacerlo bien es cada vez más importante saber qué influencer es el que interesa.
Por eso, una de las grandes tendencias que dominarán el mundo del marketing con influencers durante 2017 será la investigación. Las marcas empezarán a hacer mucha más investigación de con quien se relacionan y a quién escogen. Las marcas intentarán identificar mejor a los influencers con los que deben colaborar y buscarán mucha más información sobre cómo debe ser esa relación. Tras un período en el que todo valía, ahora quieren realmente apostar al caballo ganador, lograr buenas métricas y, sobre todo, no pagar cantidades infladas por sus campañas con influencers.
Los microinfluencers no son exactamente algo nuevo. Durante 2016 ya se estuvo hablando de ellos y de cómo algunas marcas los estaban considerando ya como la herramienta crucial a la que echar mano. Las ventajas de los microinfluencers están en el tamaño de su audiencia: llegan a menos personas, pero lo hacen a un público mucho más específico, mucho más concreto y que tiene mucha más fe en lo que ellos dicen. Para las marcas son también mucho más interesantes por cuestiones monetarias. Los microinfluencers son mucho más baratos.
Por ello, las previsiones son las de que en el futuro inmediato tengan mucho más papel protagonista y despierten mucho más interés entre las marcas. Ha llegado su momento de gloria, ya sea porque las marcas buscan llegar a nichos de mercado cada vez más y más específicos como porque ante presupuestos mucho más limitados prefieren no jugárselo al todo por el todo con la última estrella de YouTube.
Una de las tentaciones cuando algo está por todas partes y en boca de todos está en sumarse a la corriente y seguirla, hacer algo porque todo el mundo lo hace. Pero, como ya nos decían nuestros padres en la infancia, si los demás se tiran por una montaña, ¿tú también lo harías? Llega el momento de recuperar esa lección de infancia. No vale con simplemente sumarse a la marea, también hay que tener criterio. Ha llegado el momento de no dar todo por bueno. Las marcas tienen que empezar a pedir resultados y mediciones y, sobre todo, a no aceptar cualquier cosa que los influencers digan o pidan. El mercado está entrando en una fase en la que las marcas ya pueden decir que no a ciertas cosas.