Por Redacción - 24 Mayo 2016
Una de las cuestiones que se han convertido en claras y evidentes en los últimos tiempos, una que esas que posiblemente todo el mundo sostendría como un hecho sin entrar a valorar mucho la cuestión, es que internet ha cambiado el universo del trabajo y ha modificado por completo la vida diaria. Todo está en internet e internet sirve para todo y, si se quiere encontrar un trabajo a día de hoy, hay que saber cómo funciona todo esto. Internet ha sido también visto como "cosa de jóvenes" y ha sido siempre un entorno en el que se funcionaba a varias velocidades. Por un lado, los llamados nativos digitales, los jóvenes que han crecido o han entrado en la edad adulta acompañados por estas tecnologías, no tienen casi dudas a la hora de usarla y aceptan y emplean estas herramientas casi de serie.
Por otro lado, están todos los demás, todos los que han tenido que hacer el esfuerzo de ver como acababa el mundo que conocían y de aprender a emplear estas nuevas tecnologías y estas nuevas herramientas. Y, ahí, también se han producido cambios de velocidad y también se pueden ver situaciones completamente diferentes y dispersas.
Quienes han salido peor parados han sido quienes estaban en la franja más madura en plena revolución digital y se han visto afectados por la crisis. No son pocos los que conocen a algún emprendedor al que la crisis económica le obligó a cerrar su negocio y que ahora, no muy lejos ya de la edad de la jubilación, no encuentra trabajo por cuenta ajena y tampoco está dispuesto a lanzarse a emprender nuevamente. ¿Por qué no lo hace ahora que los emprendedores están tan de moda (tanto que hay quienes ven ya una burbuja)? En su caso, arrastran años de ser emprendedores y están mucho más quemados por la experiencia.
Pero la cuestión no es solo esa. Por un lado, se sienten demasiado cansados y frustrados por tener que aprender de cero otra vez todo y por tener que lanzarse a comprender ese mundo nuevo que no conocen que es internet. Por otro lado, la situación no es solo una cuestión de aprender a manejar un ordenador. El mundo que conocieron como emprendedores muchas veces ya no existe y los negocios que crearon en su momento ahora serían de riesgo y posiblemente no rentables. Internet ha cambiado por completo su industria y dinamitado su tipo de negocio y ya no sabrían cómo ajustarse a los tiempos.
Lo cierto es que estos trabajadores que se sienten un tanto paralizados ante el cambio de signo de los tiempos no están solos. La cuestión es mucho más compleja y mucho más general y hay términos y estudios para explicar lo que les sucede y por qué. Son analfabetos digitales y están condenados por la brecha digital. Han caído víctimas de la nueva economía.
El analfabetismo digital y la brecha digital están muy unidos. El primero es el que causa el segundo. Y a la inversa. Los nuevos analfabetos del siglo XXI son aquellos que no saben moverse en el mundo de las nuevas tecnologías. No saben muchas veces ni encender un ordenador e incluso en escenarios tan poco sospechosos de ello se pueden encontrar ejemplos. Si se pregunta a algún periodista, seguro que tiene unas cuantas historias sobre compañeros mucho más mayores que no han sabido realmente reciclarse a los nuevos tiempos, desde el que sufre para encender su Mac hasta el que confunde noticias de medios con información oficial de una marca o empresa; a pesar, se podría decir, de que son el exponente de la sociedad de la información. El dominio que unos tienen de la tecnología frente al desconocimiento de los otros crear diferencias abismales entre jóvenes y no tan jóvenes, lo que se conoce como brecha digital. En un momento se pasa de conocer la red a desconocerlo todo de ella.
Como apuntan en un informe sobre el analfabetismo digital elaborado por el sindicato UGT, "la brecha por cuestión de edad se hace muy evidente: cuanto más subimos por la pirámide menor es la adopción de internet". Así, entre los 16 y los 24 años el 98,3% de los españoles son usuarios digitales. Entre los 55 y los 64 años, solo lo son el 55,4%. Las buenas noticias de estos datos es que en 2004 las cifras estaban aún más separadas (75,5% frente a 13,7%) y según otro estudio, en este caso de Telefónica, las franjas de más edad son donde se ha producido un mayor crecimiento en el porcentaje de penetración de las nuevas tecnologías, marcado por el creciente peso de la banca online y de las relaciones con la Administración a través de la red (esto es, han acabado siendo obligados por las circunstancias).
Pero esos números en mejoría no han acabado con el problema y, sobre todo, no han hecho que la situación laboral en la que se encuentran cambie. Si se suman otros elementos (como la ubicación geográfica, la clase social o la formación), se pueden encontrar más desequilibrios en lo que a conexión a la red y conocimiento tecnológico se refiere, lo que hace que algunos de estos emprendedores tengan una situación de partida mucho más complicada.
Y de este modo todo un grupo demográfico queda fuera del cambio y decide tirar la toalla. La cuestión no es solo además un elemento de edad, sino también de "ámbito de actuación". Con estos trabajadores que no deciden volver a la actividad concreta en la que se movían, están desapareciendo muchos tipos de comercios tradicionales que no encuentran recambio generacional. Los jóvenes no están siguiendo sus pasos y no lo están haciendo por las mismas razones. Ellos sí saben cómo funcionan las reglas del juego de internet, lo que no quieren es ligarse a formatos comerciales que están convencidos que no conseguirán triunfar en el mundo de la red y que no lograrán competir con internet.