
San Valentín: Cuando el amor se convierte en un negocio
Por Redacción - 14 Febrero 2017
Cada año y cada mes de febrero llega la fiesta de San Valentín. El día es una jornada de exaltación del amor romántico, en la que se repite una y otra vez que la celebración se remonta a la época romana (aunque la historia del día ha tenido sus giros de guión a lo largo de los siglos) y en la que se repiten igualmente una y otra vez las listas de regalos que se pueden hacer para sorprender a la media naranja.
Y es que, se mire como se mire, San Valentín es una fiesta eminentemente comercial y uno de esos días clave para hacer negocio. Es una de esas fiestas que entran en el calendario de las marcas y de las tiendas, como la Navidad, Carnaval, la campaña de verano o Halloween, fechas del año en el que los consumidores están más que dispuestos a comprar y las marcas están más que dispuestas a vender.
De hecho, y aunque en los países anglosajones se intercambiaban tarjetas de felicitación ya desde siglos atrás, el boom de las felicitaciones empezó, sobre todo y a la escala que lo conocemos hoy en día, con el trabajo de Hallmark, la empresa fabricante de tarjetas postales, que entró en el negocio de las tarjetas de San Valentín antes de la I Guerra Mundial y logró dinamizar el mercado.
Y si aún quedaban dudas sobre la cuestión y sobre el peso de las marcas en el hecho de que los consumidores celebren San Valentín no hay más que mirar cómo esta fiesta llegó a España: no lo haría hasta los años 40, cuando Galerías Preciados (las mismas que trajeron las rebajas) importó estas fiestas.
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