
Por Redacción - 2 Enero 2018
Es casi como una fiebre de enero. Cuando arranca el mes y se cruza por tanto el umbral del año, se tiene una cierta sensación de borrón y cuenta nueva, de oportunidad nueva para hacer muchísimas cosas, así que la gente se suele lanzar a hacer listas de propósitos y a empezar nuevas actividades. Es el momento en el que todo el mundo se apunta al gimnasio, en el que arranca con una nueva y más sana dieta (aunque quizás aquí también tienen algo que ver los excesos de las fiestas…) o en el que se decide a empezar clases de inglés, apuntarse a un club de lectura o hacer nuevas actividades.
Lo cierto es que enero no es un momento mágico en el que se empiece todo de cero y en el que el contador de actividad, por así llamarlo, se posicione de forma fascinante y maravillosa en nuevos niveles de cero. Las cosas que hemos hecho en el año anterior - y lo que no hemos hecho - siguen estado presentes y siguen teniendo efectos directos sobre cómo afrontamos el Año Nuevo y sobre todas esas decisiones que tomamos como propósitos de arranque de año.
Pero si para las personas los planes de Año Nuevo funcionan en cierto modo y hacen que se sientan más decididos a hacer cosas nuevas, a cambiar lo que están haciendo o a ser más efectivos y eficientes con respecto a ciertas cuestiones, para las empresas y las marcas también pueden ser una oportunidad. Marcas y empresas también pueden - y deben - hacer propósitos de Año Nuevo.
¿Por qué deben hacerlo y qué pueden conseguir con ello?
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