Artículo Diseño y creatividad

¿Por qué las grandes marcas actualizan y cambian sus logos?

Por Redacción - 2 Noviembre 2017

Si algo funciona, mejor no lo cambies es una de esas perlas de sabiduría popular que, sin embargo, las empresas no siempre acaban de seguir. Una de las mejores maneras de verlo es seguir la historia de sus logos, especialmente en las compañías que tienen una larga historia. A pesar de que muchas veces su logo es muy reconocible y a pesar de que se ha asentado ya entre los elementos que la memoria de los consumidores ha acumulado, las empresas se lanzan a cambiarlo. Si se analiza lo que han hecho las empresas centenarias, por ejemplo, en muchos casos se encuentran historias de cambio. Al cabo de unos años o de unas décadas, la marca de turno hace rebranding con su logo.

Pero ¿por qué hacerlo? De entrada, la decisión podría parecer no solo polémica sino también bastante arriesgada. Si el logo funciona y si los consumidores lo están recordando bien, ¿no sería mejor dejarlo como está y no tocarlo? El que las empresas se lancen, a pesar del pavor en general que les tienen a los cambios, a hacerlo tiene una explicación lógica y racional detrás. Aunque hacer rebranding y cambiar el logo es una de esas cuestiones pantanosas (no hay más que pensar en lo que le ocurrió a Gap hace unos años…), a las compañías no les queda más razón que realizar ajustes y que modificarlo.

A veces los cambios son más o menos mínimos y no modifican la esencia del logo, tanto que en algunos casos solo quienes son realmente muy observadores acaban dándose cuenta de lo que ha pasado. Google no ha cambiado exactamente su logo, pero sí ha modificado su esencia. En 2015, Google cambió la tipografía de su logo (en 1999 había hecho un cambio brutal de rediseño del mismo, pero aún no era la compañía tan popular que ahora conocemos). Lo hizo porque la nueva tipografía funcionaba mejor en temas de escalabilidad y por tanto se ajustaba mejor a las nuevas pantallas, algo que en un mundo como el actual es muy importante.

Y esa es, de hecho, una de las grandes razones que llevan a las empresas a cambiar sus logos. Cuando el contexto en el que la marca se mueve cambia y su logo se tiene que adaptar a nuevos usos y nuevas situaciones, no queda más remedio que jugar con ello y que adaptarse a esas novedades. No hay más que pensar en cómo las redes sociales han modificado los requisitos para ser un buen logo. En los 90, cuando se diseñaba la imagen corporativa de una compañía y se creaba su logo no había que pensar en cómo se verían en un perfil de redes sociales. Ahora es una de las cuestiones clave. Cuando se diseña un nuevo logo, se piensa rápidamente cómo encajará en la imagen de perfil de la página en Facebook o de la cuenta de Twitter.

Otras razones que llevan al cambio de logo   

Pero, por supuesto, estas no son las únicas razones que obligan a cambiar de logo. En ocasiones, son elementos externos y que escapan al control de la compañía los que hacen que se tenga que modificar la imagen. Por ejemplo, una crisis de comunicación o una crisis del sector hace que se tenga que cambiar cómo se presenta a la compañía y cómo es el logo. Las crisis a las que estuvieron sometidas las empresas de automoción en los últimos años llevaron a algunos analistas a recomendar directamente cambiar su logo para apuntalar aquellas cosas en las que aún eran fuertes y no las que había protagonizado la crisis.

A eso se suma que el logo es en cierto modo prisionero de las decisiones de negocio. Las separaciones y ventas de activos pueden obligar a la compañía a cambiar su logo, para que no refleje aquello que ya no posee. Lo mismo sucede cuando las empresas se fusionan o compran a otras compañías. Tienen que trabajar en sus logos para que estos representen lo que son ahora y no lo que eran antes. Tienen que lograr incorporar los elementos novedosos y los nuevos valores de marca en el logo.

El dejar de fabricar algo, el eliminar líneas de producción y el cambiar la naturaleza de la marca también obliga a ajustar el logo. Nokia es uno de los ejemplos recurrentes que se suelen emplear para ejemplificar ese punto. La compañía nació como una empresa maderera pero a lo largo del siglo XX se convirtió en una compañía de telecomunicaciones y tecnología, lo que ha hecho que a lo largo de su historia su logo haya cambiado de forma reiterativa.

Refrescar el logo, refrescar la imagen

Y a todo ello se suma una cuestión mucho más prosaica. La renovación del logo es un lavado de cara. Es como cambiar el color de las paredes del salón o el sofá: harán que la habitación parezca más moderna o hasta más nueva. Lo mismo sucede con el logo. Modificarlo y renovarlo hace que la compañía se vea más moderna, más fresca. Es, para ellos también, un lavado de cara.

Para las empresas, refrescarse puede ser una opción decisiva y muy importante en ciertas ocasiones. Puede ayudar a posicionarse de un modo mucho mejor cuando la imagen general de la compañía empieza a parecer demasiado pasada de moda o cuando se siente que la empresa se está quedando atrás en los cambios del mercado. El logo no soluciona los problemas, cierto es, y la empresa tiene que hacer un cambio mucho más profundo para adaptarse a los nuevos tiempos, pero ayuda a transmitir que se está haciendo ese trabajo.

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