
Realidad virtual y el Futuro del Marketing Digital
Cuando nos planteamos la consistencia de la realidad de nuestro entorno, percibida a través de los sentidos y validada mediante procesos cognitivos conscientes, lo que estamos haciendo es traducir las reacciones químicas y fisiológicas que internamente se producen, a partir de aquellos estímulos externos, en una representación mental que suele estar matizada por la genética que determina nuestro carácter, por los conocimientos adquiridos y por la propia experiencia.
Esta fantástica funcionalidad de nuestros cerebros, producto de estructuras neuronales particulares e irrepetibles, es lo que determina que no haya dos personas exactamente iguales, ni a nivel neurológico ni fisiológico. Podríamos deducir entonces que no hay una realidad universal, sino que cada persona percibe e interpreta lo que le rodea como su propia y exclusiva realidad.
De ahí que cada individuo tenga su personal opinión sobre lo que observa, de la misma manera que experimenta sentimientos que son diferentes, en grado y valor, a los de sus congéneres. Podremos coincidir, ante un evento externo, con otras personas en la descripción a groso modo de lo que vemos, pero son tantos los diferentes matices que se detectan y detallan que no se obtendrán dos descripciones justamente iguales.
Si aceptamos esta afirmación, la siguiente cuestión a plantear es ¿qué sucede cuando nos enfrentamos a los entornos virtuales? En principio, podemos consentir que sucede lo mismo que cuando observamos la realidad material, frente a la cual tendremos respuestas innatas o aprendidas. Pero puede suceder que en los entornos virtuales afrontemos escenarios para los que no tenemos una respuesta programada. En estos casos, habrá que desarrollar nuevos métodos de aprendizaje que rompan o complementen los paradigmas aceptados hasta el momento.
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