Por Redacción - 7 Marzo 2017
Si se hiciese una lista de todas las cosas especialmente relevantes a las que tienen que enfrentarse cada día marcas y empresas y que resultan cruciales para su negocio pero a las que están dedicando, peligrosamente, demasiado poco interés, el packaging ocuparía, casi sin lugar a dudas, una posición destacada. El packaging es altamente importante, ya que es el primer impacto que el consumidor recibe de lo que está comprando o de lo que ya ha comprado. Esto hace que se convierta en un poderoso elemento para crear imagen de marca y para permitir a la marca conectar con los consumidores de una forma rápida.
Sin embargo, no siempre está en posiciones destacadas en la lista de prioridades (haciendo que otros elementos logren despertar mucha más preocupación e interés entre los responsables de las firmas) y otras muchas es simple y directamente olvidado. No hay más que ver cómo presentan los productos algunas firmas de ecommerce para verlo: en lugar de crear un embalaje muy cuidado, que permita no solo hacer que el producto llegue con bien a su destino sino también crear una imagen de marca, prácticamente se podría decir que se envía de cualquier modo.
Y esto es un problema porque el packaging (el buen packaging) no solo es lo que causa la primera impresión sino que además puede marcar la diferencia que hace que las cosas vayan mal o bien y también permite crear los elementos de diferenciación que hacen que uno destaque por encima de los competidores, como apuntan en MarketingProfs, introduciendo una infografía sobre el tema.
Los datos estadísticos refuerzan esta importancia del packaging: como se recoge en la infografía, elaborada por Direct Packaging Solutions, algunos estudios apuntan a que el 75% de los productos de consumo (los que se ven en el supermercado) no ganan dinero cada año (dinero potencial que podrían haber ganado) por usar un packaging que no es el adecuado. Traducido a dinero, esto supone unas pérdidas, solo en Reino Unido (mercado sobre el que se ha hecho la estimación) de 6 millones de libras esterlinas.
Por supuesto, el packaging no es solo una cuestión de impresiones, sino que tiene también otras utilidades, otras obligaciones y otras aplicaciones. Un buen packaging funciona desde el punto de vista del propio paquete, es decir, mantiene los productos en buena calidad, permite un transporte higiénico, protege el producto o informa y educa al consumidor. Al mismo tiempo, diferencia al producto de sus competidores y puede llegar a reducir los costes que asume marca o empresa.
El packaging es además una herramienta muy efectiva para transmitir ciertas cuestiones, como ha demostrado la neurociencia. Emplear estrategias de neuromarketing a la hora de establecer cómo será el packaging del producto en cuestión puede ayudar a que este funcione mejor frente al consumidor.
Así, las firmas pueden establecer varias cuestiones y varios puntos de anclaje que ayudarán a una mejor relación con el consumidor. El neurodiseño ayuda a establecer una imagen más clara del producto. Los estudios han señalado que los consumidores empiezan a formarse una imagen del producto y de cómo es ya desde la caja, por lo que hacer un diseño eficiente puede ayudar a establecer unas ciertas pautas para comprender cómo es ese producto.
A eso hay que sumar que el packaging es clave en otros elementos que la neurociencia ha demostrado que son decisivos en las decisiones de compra, como es el caso de las emociones. Las emociones son decisivas tanto en las decisiones de compra como en el propio proceso de uso y disfrute del producto. El packaging es el punto de entrada para ellas.
Por otro lado, las marcas y empresas tienen que ser capaces de crear experiencias multisensoriales, en las que entren también sentidos más olvidados, como puede ser el del tacto. El packaging puede ayudar a cubrir esas necesidades. Incluso en los sentidos tradicionales, el packaging puede tener un impacto que va mucho más allá de lo que se percibe a primera vista. El uso que se hace de las tipografías y de los colores tiene un impacto que va más allá y que nos permite desentrañar información sobre el producto a un nivel subconsciente.
Usar el neuromarketing para mejorar el packaging puede ayudar a mejorar los resultados. Los productos pueden corregir debilidades o pueden ayudar a potenciar ideas o cuestiones para posicionarse mucho mejor ante el consumidor y lograr, por tanto, mejores cifras finales. El impacto del buen packaging es además abrumador, yendo incluso más allá de la simple venta. Estudios científicos han demostrado que el packaging logra incluso que las cosas sepan mejor.