Por Redacción - 18 Mayo 2012
Confianza, Seguridad o Transparencia,son valores que en ocasiones están vinculados o afectan directamente al nivel de reputación de los individuos y organizaciones. En política estos términos también son utilizados con frecuencia, aunque el uso de cada uno de ellos es bastante habitualverlosutilizados de forma manipulada para proyectar una imagen que poco se ajusta a la verdadera realidad.
La eclosión de las redes sociales, donde la reputación online también figura entre uno de los grandes activos de las empresas, ha generado que no sólo las marcas recurran aestas herramientaspara conectar con sus fans y consumidores. Los políticos no han dudadoen subirse al carro de los social media con objetivos similares. Buscando esa audiencia partidista de ideales afines y acaparar la atención de las masas para transmitir sus mensajes ypropaganda electoral. Sin embargo, los acontecimientos de losdurante losúltimos añoshemos podido ser testigos, nos han dejado una más que clara evidencia del fracaso de los denominados políticos 2.0 en su aventura en los medios y redes sociales.
La situación económica actual y la gran crisis que atravesamos nos ha servido sino para agravar la percepción negativa de los ciudadanos hacia la clase política. Y evidentemente, esta percepción tambiénse acentúa y se ve reflejada en todo tipo de canales y medios sociales.Comentarios, opiniones, debates, reivindicaciones, denuncias. Existen todo tipo de acciones ymanifiestos de los ciudadanos y usuarios de internet, que a través de las redes sociales ponen en evidenciala falta de talesvalores, y su descontentoprovocando con ello un efecto colateral negativo sobre la reputación de los propios políticos.
Aun así, parece que para la gran mayoría de la clase política (por eso de defender las pocas excepciones), la reputación puede concebirse como un aspecto circunstancial. La mala gestión, la corrupción, la demagogia,los abusos e injusticias ante la sociedad más desfavorecida, etc.... ¿Acaso no les importa lo que otros piensan de ellos o cual es la percepción generalizada de la sociedad?
La verdad es que contestar con un rotundo NO, quizás sería una respuesta equivocada o un engaño a nosotros mismos.Pero también el reconocer que esta preocupación puede resultaral igual que importante, oportunista, y sólo en aquellos momentos en los que la participación de la sociedad puede cambiar el rumbo político se torna necesaria.Cuando el valor de los votos y la convocación a las urnas se convierten ensu objetivo principal y prioritario, esa percepción puede marcar la diferencia.
Es en este y sólo en este momento cuando la clase política intenta maquillar la realidad, con puestas en escenas propias de una obra teatral, acciones significativas para motivar a los ciudadanos, provocar emociones que abogan a los valores e ideales, promesas de futuro y como no, el inicio de un cambio drástico y sonante en su forma de actuar, de comunicar y de su interés más que oportuno por conversar conquienesdurante años ignoraron. Es hora del abordaje a las redes sociales y mostrarse como la salvación a los ciudadanos!
Pensemos en esta reflexión ¿De que sirve mantener una buenareputación si llegada la horade la verdad a todos resulta tan fácil engañarnos y seducirnos con falsas promesas que nunca llegan a cumplirse?
Imagínese que usted es consumidor de una determinada marca que le promete un producto de calidad, de buen saboro con una excelente atención al cliente? Usted lo compra pero resulta que no cumple las expectativas. Se siente engañado. ¿Volvería a depositar su confianza en esta marca? ¿Seguiría comprando sus productos? Pues en política es posible que usted se deje manipular y caiga en la trampa aturdido por una agresiva estrategia de marketing continuada que viaje hasta su subconsciente. Capaz de invertir sus pensamientos y decisiones o hacerle cambiar de opinióny hacerle pensar que esta vez será diferente.Son las cosas de la propaganda y sobre todo del Neuromaketing yde laNeurociencia tan valorada para el control de las reacciones y la manipulación de las mentes.
Mientrastodocontinúe así y sea posible, no existirá ni razón verdadera, niuna preocupación real por mantener una buena reputación intacta. ¿Quién la tiene? sería su excusa y argumentación ante las masas. Además usted es manipulable y así lo harán cuando se acerque la ocasión.
Las redes sociales son simplemente otra herramienta más para nuestra clase política. Otro canal para difundir su propaganda. Y aunque de sobra ha sido demostrado que los políticos españoles fracasan y suspenden en 2.0 y en el uso de las Redes Sociales, yde que sólo las utilizan con fines partidistas y para su autobombo, tampoco es este un problema mayor. Es una autentica crisis de reputación constante casi imposible de controlar pero que al parecer en pocas ocasiones supone o genera un desastre "para sus empresas". Los partidos políticos.
Empresas que como marca propia, también arrastran a miles de fanáticos (Aunque también detractores) capaces de actuar como presumidores y defensores deuna filosofía infundada que en ocasiones ni entienden ni conocen realmente. Los de derechas, los de izquierdas, los de arriba y los de abajo. Es indiferente el color.
Tomemos algunos datos recientes. Los resultados de un nuevo estudio de la Universidad de Navarra, teniendo en cuenta los datos del CIS y un a encuesta de elaboración propia, señalan que los científicos son los profesionales que más confianza inspiran a los españoles y los que menos, "los políticos".
"La investigación confirma, por un lado, la baja reputación de políticos, partidos y política en España, cuantificando los niveles de acuerdo o desacuerdo con las afirmaciones que los ciudadanos formulan sobre la política en su vida ordinaria".
"La percepción negativa hacia los políticos se manifiesta, por ejemplo, en que un 66, 7% de los encuestados afirma que estos no se preocupan de lo que piensan los ciudadanos. Asimismo, un 87, 2% cree que les interesa más lo que dice el partido que lo que dicen los propios ciudadanos y al 70% de los entrevistados no les gustaría que sus hijos se dedicaran a la política. Los resultados demuestran que, mayoritariamente, se relaciona a los políticos con la mentira y sus equivalentes, en segundo lugar, con anteponer sus intereses y, en tercero, con la corrupción".
¿Es o no es este un problema de reputación sin solución? ¿Sirven las redes sociales para cambiar realmente esta percepción?