Aceptar una marca y dejar que ingrese en nuestra propia historia de vida revela la pauta de una comunicación basada en el querer, en los afectos y en los mecanismos emocionales adecuados encaminados hacia la fidelización.
Lograr que una marca sea querida, sigue una determinada secuencia narrativa donde “el contar” representa el reto inicial. ¿Cuál es nuestra historia?, ¿qué rol cumple verdaderamente la marca?, ¿cómo su protagonismo se conecta actitudinalmente con los usuarios?, ¿cuál es esa aura mágica y envolvente que le otorga relevancia y posibilidad de pregnancia?
Una buena historia contiene atributos capaces de generar aceptaciones y ejecuciones positivas por parte del usuario. El contar se expone prioritariamente a través de experiencias de marca relevantes donde la memorabilidad debe ser la consigna estratégica a seguir.
Las experiencias conducirán al usuario hacia un “hacer participativo”, donde la vinculación tiempo-espacio-acción debe resultar trascendente y ser capaz de estimular el “querer compartir”.
Una vez que logremos vincularnos emocionalmente con los usuarios, a través de espacios dónde ellos mismos descubran y se conecten con la marca, estaremos orientados hacia un engagement marketing o marketing de compromiso que posibilite el camino hacia la aceptación y fidelización.
El engagement marketing permite que los usuarios sean testigos de historias de marcas en quienes ellos puedan confiar y recomendar. Las reacciones positivas serán las que, sin duda, beneficiarán la generación de un compromiso válido.
Hoy, los consumidores muestran madurez, conocimiento y exigencia, y el engagement como estrategia parte del respeto hacia esos consumidores.
Las comunicaciones no pueden basarse sólo en informaciones que capturen su atención, sino en eventos y dinámicas que los cautiven y faciliten lazos memorables, emocionales y significativos.
Pensemos en las marcas que hemos llegado a querer a través del tiempo, seguramente serán casos que evidencien conexiones y experiencias personales cuyos contenidos relevantes han sabido insertarse en nuestro hábitat cotidiano.
Las marcas viven con nosotros, las aceptamos, nos comprometemos con ellas sin darnos cuenta y las dejamos que se articulen con nuestras propias vivencias. Ahora, pensemos en qué estamos haciendo para hacer a nuestras marcas verdaderamente queridas y aceptadas. ¿Estamos mentalizados hacia un auténtico engagement marketing?, ¿qué opinas?