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Cómo los restaurantes del futuro enseñan ya cómo está cambiando el consumo

Por Redacción - 1 Junio 2017

Una de las maneras de comprender cómo cambian muchas veces los hábitos y las costumbres de los consumidores está en mirar cómo lo hacen también los puntos de consumo más habituales y recurrentes. Ver cómo están modificando su oferta y sus servicios aquellos espacios que forman parte habitual de la vida cotidiana puede ayudar a ver hacia donde se dirigen los consumidores.

Por ejemplo, los supermercados son un muy buen baremo para entender a los millennials y para comprender cómo han cambiado sus estilos de vida frente a lo que hacían en el pasado las generaciones precedentes. Su interés por la vida saludable, su búsqueda de sabores nuevos o hasta los cambios en las estructuras sociales pueden verse dando un paseo por un supermercado cualquiera, que ha tenido que incorporar más productos frescos y más cosas variadas y exóticas, al tiempo que ha añadido una mayor diversidad de raciones de productos (con los millennials los tipos de familia han cambiado y mucho: ya no todo el mundo vive en hogares tipo con padres y niños).

Otro terreno que muestra y mucho cómo se modifica la sociedad y cómo sus cambios estructurales afectan al consumo son los restaurantes y cafeterías. Más allá de las modas, como el hecho de que hayan aparecido salones de té en todas las esquinas, se pueden ver cambios de otro tipo, como por ejemplo en el hecho de que cada vez haya más cafeterías - zona de trabajo o que hayan empezado a aparecer en Europa "cafeterías para familias".

Los restaurantes y cafeterías del futuro (y por futuro hay que entender lo inmediato) estarán dominados por cuatro tendencias clave que empezarán a hacerse ubicuas próximamente, como se puede concluir leyendo el informe que Mintel ha preparado partiendo de lo visto en el National Restaurant Association (NRA), una megaconvención de restauración que se acaba de celebrar en EEUU.

Las tendencias de futuro en restaurantes

La primera de las grandes tendencias será la de la automatización. Cada vez será más habitual encontrar esos servicios de autoventa que permiten al consumidor pedir ellos mismos y servirse ellos mismos. Este tipo de herramientas ya existen en las cadenas de comida rápida, donde el consumidor puede pedir a una máquina y luego ser servido en caja, pero el futuro pasa por ir un paso más allá. En la convención se vieron máquinas y robots que permiten autoservicio directo del producto o elaboración directa del mismo. Está Sally, un robot especializado en hacer ensalada, pero también máquinas de autoventa de yogur helado o de cerveza. El consumidor no solo puede escoger más, sino que además se sirve más rápido.

Un poco en esa línea y muy en paralelo a lo que ha ocurrido en los hogares, se están poniendo de moda las cápsulas también en este segmento. El café y el té se harán cada vez más de forma habitual en máquinas a lo Nespresso.

Por otra parte, y aquí está la tercera tendencia, los postres que se ofrecerán serán cada vez más experimentales. Esto es no tanto que sean exóticos (que un poco también) sino que permitirán vivir una experiencia. Por ejemplo, hay tanto desde presentaciones extravagantes hasta postres que pueden ser horneados generando un punto nostálgico. La idea es que no solo sea diferente, sino también memorable. El postre se tiene que convertir en algo más complejo y algo que se disfrute aún más viviendo.

Y, finalmente, los restaurantes empezarán a ofrecer cada vez más bebidas "alternativas". La carta de refrescos recurrente se convertirá ahora en una carta de bebidas que se venderá como más sana y más exótica, como por ejemplo aguas más variopintas o bebidas de sabores, pero con un toque más saludable (como menos azúcares y sabores más exóticos). Por ejemplo, el nuevo elemento que puede aparecer en la carta puede ser un refresco de romero y pomelo.

Qué se puede aprender de ello

Todas estas tendencias son, en realidad, como un mapa del tesoro para comprender cómo están cambiando los consumidores. Son una suerte de resumen de lo que importa ahora y de cómo los consumidores quieren que sea el servicio que reciben. De hecho, y aunque esto se aplica a los restaurantes, se pueden extraer lecciones que van más allá.

Los consumidores quieren que la tecnología, como demuestran tanto el primer como el segundo punto, les ayuden a tener un servicio mucho más rápido y mucho más eficiente. La tecnología está siendo empleada para hacer que la oferta se ajuste, además, de forma mucho más específica a lo que el consumidor quiere. No hay más que pensar cómo muchas de esas máquinas hacen que la oferta se amplíe. Las máquinas de cápsulas de café que han invadido las casas sirven no solo para hacer café, sino para crear una amplia variedad de bebidas que hacen que cada uno pueda beber lo que quiera.

A eso se suma que ahora no se busca solo un producto, sino más bien un acercamiento a un estilo de vida. Esto se ve en la preocupación porque todo sea cada vez más sano y saludable (la gran obsesión que marca últimamente el consumo) pero también por el hecho de que cada vez las cosas son mucho menos simples cosas y mucho más algo mucho más complejo. Los consumidores quieren que el acto de consumir se convierta en algo más, que abarque más cosas, por lo que los productos están cruzando la línea en todas partes desde lo que cubre lo que se quiere comprar a la experiencia memorable. Ahora todo tiene que ser digno de ser vivido.

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