Socio Director en Cristaliza. Experto en Comunicación Audiovisual

El periodista siempre ha estado obligado a ser más sociólogo que redactor; más buscador de nuevas situaciones y nuevas realidades que descriptor de lo que ve. Esto no es nada nuevo pero hoy es más necesario que nunca. El periodista siempre tuvo que saber mirar y saber escuchar. Luego, por supuesto, tendrá que contarlo bien. Pero la clave está en ver las cosas que otros no ven; en descubrir el lado diferente de una realidad; en poner al descubierto lo que alguien quiere ocultar. Algunos llaman a eso periodismo de investigación; otros lo convertirán en periodismo costumbrista y otros más harán de eso la complicada tarea de recoger testimonios interesantes de personajes absolutamente plúmbeos.

Esto, ha ocurrido siempre. Hoy también es así, pero con algunas variantes importantes. Hoy el periodista cuando observa tiene más ojos que nunca. Las fuentes, que en el principio estaban en la calle, están hoy sentadas en las mesas de los redactores. Es más, se confunden directamente con los periodistas e incluso quieren ocupar el puesto del redactor. Hoy cada persona que circula por la calle, cada diputado de cualquier parlamento del mundo, cada deportista de éxito de cualquier competición, publica en primera persona su particular aventura. ¿Y dónde queda el papel del periodista?

Es un debate infinito, con tantas respuestas y análisis como periodistas hay en todo el mundo. Por mí parte intentaré simplificarlo al máximo.

Hasta hace poco el proceso de creación periodística nacía en la fuente, posteriormente continuaba con la observación del profesional y por último la producción del mensaje tal y como llega al ciudadano.

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