Por Redacción - 4 Mayo 2015
Cuando hace unos años aparecieron las redes sociales, las marcas se lanzaron a experimentar con ellas. Desde un primer momento, el nuevo soporte parecía ofrecer múltiples y nuevas oportunidades para la comunicación de marca. Los expertos, de hecho, se lanzaron rápidamente a analizar cómo Facebook y compañía cambiaban las dinámicas de comunicación y, sobre todo, cómo cambiaban las normas de etiqueta, los protocolos de comunicación y el grado de relación entre consumidores y marcas.
Fue entonces cuando aparecieron numerosos conceptos y numerosas ideas que apuntaban que el universo social media podía tener un elevado valor para las marcas, ya fuese como dinamizador de la imagen, como solucionador de problemas o como fuente de conocimiento que permitía entender y ser más eficaz a la hora de llegar al consumidor. El potencial era inmenso. La necesidad que las marcas tenían de echar mano a esa herramienta muy elevada. Y la demanda de personal que supiese cómo gestionar todo este creciente y nuevo entorno acuciante.
Al mismo tiempo que las redes sociales se convertían en un elemento indispensable para la relación entre marcas y consumidores, el elearning estaba irrumpiendo en el mercado con toda su fuerza. La idea de aprender a distancia, que hasta hace unos cuantos años estaba asociada sobre todo a esos cursos por correo de los que todos hemos oído hablar alguna vez y a las universidades a distancia, se estaba reconvirtiendo en algo mucho más amplio, en algo muy diferente y sobre todo en algo que estaba a un clic de distancia a través de la red.
Solo unos cuantos datos para entender el elevado crecimiento que ha tenido el elearning en los últimos años. Hoy en día, y según las previsiones de la Global Industry Analysts, esta industria factura 107.000 millones de dólares a nivel mundial (que es la cantidad con la que se espera que cierre 2015). Y según otro estudio, en este caso de la Online Business School (OBS, se espera que para 2019 el 50% de las clases de educación superior, esto es, los niveles universitarios de formación, se realizarán a través de elearning en todo el mundo.
Por supuesto, y como tercer elemento que muestra cómo la industria del elearning está en pleno crecimiento y momento de boom, las empresas de este mercado están protagonizando compras millonarias. La última es la que ha protagonizado LinkedIn. LinkedIn acaba de anunciar la adquisición de Lynda.com, una web educativa destinada al mercado profesional y con cursos de formación relacionados de forma específica con este mercado, por 1.500 millones de dólares.
Pero ¿qué relación hay entre el boom del elearning y la aparición de las redes sociales y el creciente interés de las marcas en estas últimas? La relación ha sido muy estrecha y el primero ha sido el elemento clave para que apareciese toda una generación de profesionales especializados en la segunda área.
Por qué el elearning ayudó a los profesionales de social media
Si muchas facultades de Periodismo no se subieron al carro del periodismo online y no lo incluyeron en sus planes de estudios hasta hace unos pocos años, a pesar de que claramente se veía que internet no solo estaba ya cambiando el mundo de los medios de comunicación sino que además se estaba erigiendo como su soporte clave de futuro, ¿qué ocurría con otras formaciones en las que los cambios se veían mucho más lejanos y sobre todo que estaban mucho más en el último momento? Eso podríamos decir que era lo que ocurría con las redes sociales y el mundo de la empresa. El cómo aplicar las primeras a las segundas era un espacio muy nuevo, muy diferente y en el que la formación tradicional no estaba, en un primer momento, diciendo nada.
Ser community manager, social media strategist y similares parecían geniales apuestas de futuro. Las empresas lo estaban demandando, pero no era posible ir a una universidad tradicional para aprender a ser cualquiera de estas cosas. Las redes sociales se convirtieron en una formación muy nueva y las fuentes tradicionales de saber no estuvieron a la altura. Lo tradicional fue muy lento y no supo ofrecer una solución a esta demanda de conocimiento en el momento primero en el que todos los potenciales alumnos querían formarse.
Además, las redes sociales y la demanda de esos profesionales aparecieron en un momento en el que estaban cambiando muchas cosas y en el que muchos eran los que necesitaban o bien cambiar de carrera o bien reorientar la suya. Igualmente, la demanda de formación nacía muchas veces dentro del mundo de la propia empresa. Quienes querían saber qué tenían que hacer, cómo funcionaba ese nuevo mundo y qué capacidades necesitaban para sobrevivir al mismo eran profesionales que ya tenían un puesto de trabajo y que necesitaban formarse a un ritmo concreto y en un momento exacto. Muchos no podían ir a clase de 9 a 3 y otros tantos no podían entregarse a una formación que se prolongase de forma casi infinita en el tiempo.
Y ante este panorama, en el que muchos eran quienes querían formarse y quienes querían hacerlo rápido y en el que los jugadores tradicionales no supieron responder, el elearning fue el que se llevó el gato al agua y el que se convirtió en el trampolín para muchos para descubrir cómo funcionaba el panorama social media y reconvertir su curriculum a las necesidades de esta nueva necesidad por parte de las empresas.
Los consumidores recurrían, además, muchas veces a los recursos formativos que llegaban de otros países, especialmente de Estados Unidos, donde las redes sociales empezaron a despegar antes, donde las marcas supieron cómo jugar con ellas antes de lo que pudo ser en España y dónde comenzaron a ofrecerse recursos de formación para estos profesionales de forma casi instantánea. Y, para acceder a esos recursos, lo mejor era hacerlo a través de internet. Uno de los grandes puntos positivos que tiene el aprendizaje a distancia es que no conoce fronteras y que los estudiantes pueden estar donde quieran. La formación siempre irá con ellos.
Pero el elearning no solo fue más rápido a la hora de identificar qué querían los estudiantes y cuándo lo querían, sino que además dio una solución a uno de los principales problemas que la formación en redes sociales imponía. Muchas veces, estos profesionales tenían que compaginar su día a día laboral con el aprendizaje de estas nuevas disciplinas y la educación a distancia era la mejor manera para poder cumplir con uno sin olvidar al otro.
De este modo, el elearning se convirtió en el punto de despegue al que echaron mano muchísimos profesionales en los comienzos del social media y se convirtió en una herramienta fundamental para que apareciese la primera generación de expertos en la materia.
¿Puede servir el elearning para ayudar a otras industrias?
El modelo de cómo se comenzó la formación en redes sociales y cómo esta quedó en manos del elearning no tiene por qué quedarse simplemente para esta industria. Lo cierto es que el aprendizaje a distancia y su poder para responder mucho más rápido a las necesidades de los potenciales consumidores/estudiantes y a las de las empresas que tienen que adaptar su estrategia a los nuevos tiempos y que, por tanto, necesitan formar a sus empleados para asumir nuevos retos le hace muy acertado para algunos de los problemas a los que deben enfrentarse hoy en día las empresas. De hecho, según un estudio de mercado sobre la penetración del elearning en Estados Unidos el 77% de las empresas ya ofrece hoy en día formación online a sus empleados para complementar su currículo o reciclar a los profesionales para que se adapten a las nuevas necesidades de estrategia.
Las posibilidades que ofrece el elearning son de lo más variopintas. Por existir, existen desde una startup española, Smartick.es, con clases online de matemáticas para escolares online, o una firma, Tutoria, que enseña español a alumnos en Alemania o Austria gracias a profesores que están en España vía online. Y no hay que olvidar que muchas universidades están creando ya plataformas propias de aprendizaje a distancia o que se están uniendo a las que están ya triunfando en medio mundo, como puede ser el caso de Coursera, en la que están presentes organismos como la española IESE Business School de la Universidad de Navarra o algunas de las conocidas universidades de la Ivy League estadounidense.
El elearning tiene por tanto cada vez más peso y más fama y son cada vez más los profesionales que han sabido ver más allá de las que podrían ser sus barreras de entrada (tienes que ser disciplinado, ya que las clases son cuando tú quieres que sean) para ver sus ventajas. Y así las nuevas generaciones de profesionales de nuevas y dinámicas necesidades que las empresas están cada vez reclamando con más empeño y más necesidad, como pueden ser todos esos data scientist, futuristas o genios del big data que necesitan para afinar sus estrategias de marca, podrían llegar también gracias al padrinazgo del elearning.