
La forma de comprar ha cambiado. Los consumidores no tienen la obligatoriedad de desplazarse a la tienda, ni siquiera de sentarse frente al ordenador, para hacer sus compras.
Los dispositivos móviles han revolucionado el modo en el que los clientes descubren productos, se mantienen informados de novedades, y realizan sus pedidos.
Por este motivo, los retailers se enfrentan ante el desafío que supone atender las necesidades de un cliente cada vez más exigente y experimentado, en una situación de empoderamiento hasta ahora impensable. Todo ello gracias al desarrollo de las redes sociales y las nuevas tecnologías.
Más de la mitad del tráfico online ya procede de los dispositivos móviles. Los clientes pueden hacer sus compras en cualquier momento, desde cualquier lugar. Por ello, las empresas han de estar capacitadas para responder en tiempo y forma a sus peticiones, estar presentes a través de todos los puntos de contacto del proceso de compra y garantizar la misma experiencia, independientemente del dispositivo elegido. Con todo ello, el objetivo no es realizar una venta, sino fomentar el engagement con el cliente, de tal modo que se establezca una relación de confianza que incentive la repetición de compra y, con ello, la retención del cliente.
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