Por Redacción - 5 Abril 2017

Si uno entra en una tienda de recuerditos de una ciudad cualquiera con una cierta industria turística, se encontrará con ciertos souvenirs que entran ya dentro de lo que todo el mundo espera de un lugar como ese. Hay los clásicos imanes y las clásicas postales de toda la vida, esperando a ser compradas; las clásicas camisetas que dejan claro que uno estuvo ahí y posiblemente que acordó de quien vaya a recibir el regalo; y los típicos productos del lugar, que son lo más tradicional y por tanto una venta segura.

Pero ahora, además, es mucho más habitual de lo que era en el pasado encontrarse con postales que reflejan cómo era la ciudad décadas y siglos atrás, con productos de aires retro o con imanes que recogen y adaptan carteles publicitarios que vendían ese destino turístico en los años 20, en la Belle Époque o 50 años atrás. Lo vintage ha invadido este tipo de establecimientos, demostrando que lo retro se ha convertido en una tendencia mainstream y que los consumidores quieren esos productos.

Las tiendas de recuerdos son quizás el último punto a conquistar y sobre todo uno de los que demuestran la creciente popularidad de los productos de aires añejos. Sin embargo, la tendencia ni ha empezado con ellas ni terminará posiblemente tampoco con ellas, ya que la cuestión resulta mucho más global y sobre todo está mucho más marcada por un cambio en las pautas de consumo. Lo que ha hecho que se empiecen a vender postales con imágenes de hace 100 años es que los consumidores quieren cada vez más ese tipo de productos.

La nostalgia se ha puesto de moda y con ella se ha puesto de moda lo retro. De hecho, en esta tendencia se pueden ver dos grandes vías de trabajo y dos grandes escenarios. Por un lado, se ha puesto de moda aquel tiempo pasado que recordamos, lo que explica que se haya recuperado de forma masiva en los últimos tiempos a los años 80 y que se hayan abierto nuevos negocios muy marcados por lo que ocurría en aquellas épocas (véase si no el boom de los bares de cereales). Por otro lado, se han puesto de moda épocas mucho más lejanas y productos de momentos que los consumidores no recuerdan, porque posiblemente no han vivido, pero que asocian a tiempos mejores o que se han convertido en referentes de estilo.

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