Por Redacción - 12 Diciembre 2017

Es probable que todostengamos alguna historia horrible o hayamos escuchado o visto algunade ellas asociada a los períodos de compras con más actividad o enla que hacerse con los productos se convierte en más decisivo. Sonlos momentos en los que, por ejemplo, se está comprando cosas deforma especial, como es el caso de la campaña de Navidad, en la quepelearse por un producto puede parecernos hasta razonable si es elúltimo que queda de lo que quería como regalo aquel familiar, ocomo es el caso de las rebajas, en el que los tirones por losproductos concretos o por las tallas exactas no parecen tan raros (yhan sido explotados de forma recurrente con cariz cómico en laspelículas).

Todos estoscomportamientos tienen una explicación, una que está muy ligada alpropio momento y al propio proceso de ir de compras. Los grandesperíodos de consumo en los que nos lanzamos a hacer muchas comprasnos hacen - al menos mientras estamos comprando - peorespersonas.

Eso es lo que acaban dedemostrar los resultados de un estudioliderado por una profesora de la Vanderbilts Owen Graduate School ofManagement. La campaña de Navidad, por tanto, a pesar de todos esosmensajes positivos y entusiastas acaba haciéndonos mucho peorespersonas.

Durante esos momentos deconsumo excesivo y entusiasmado, los compradores se lanzan a buscarlo que creen que es lo mejor. Están obsesionados con el valor, lacalidad, con que las cosas les queden bien y con cumplir con losobjetivos que se han impuesto en su estrategia de compras. Mientrasse centran en eso, se olvidan de otras cosas. O, poniéndolo en ellenguaje que usan al presentar los resultados del estudio, es muchomás probable que se lancen a comportamientos inmorales.

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