Por Redacción - 14 Junio 2013
El helado, ese dulce y refrescante alimento que sirve de postre, merienda, o tentempié, aunque a más de uno de gustaría tomar a todas horas, especialmente en la temporada estival, cuando el calor más aprieta. Probablemente esta fuera la razón que llevara al hombre a idear un alimento congelado. Aunque su origen se atribuye a los chinos, hace más de 4.000 años, según se refleja en el libro "Extraordinay Origins of everyday things", de Charles Panati, este alimento, con la textura cremosa que hoy conocemos, empezó a producirse en Florencia allá por el año 1500.
Seguro que todos hemos ido corriendo al ver pasar un carrito de los helados, su formato inicial de distribución, que apareció por primera vez en 1850 en Londres por el italiano Agostino Gatti. Mucho ha helado desde entonces, nunca mejor dicho, pero este producto ha seguido conquistando a pequeños y mayores a través de generaciones y generaciones.
En nuestro país concretamente, el sector de los helados mueve 1.000 millones de euros al año, especialmente entre mayo y octubre. Las marcas realizan una importante inversión para llegar sus potenciales clientes, pero aparte de las estrategias de marketing en medios de comunicación como la televisión o internet, los carteles tradicionales de toda la vida, son los que más suelen incitar al consumo por parte de los consumidores. Es aquí donde entran en juego muchos de los aspectos destacados por el Neuromarketing y el comportamiento emocional del consumidor.
Marcas como Nestlé, cuentan en el apartado de su historia, cómo la década de los 70 fue el punto de inflexión en su publicidad, el momento en que se pasó de las ilustraciones del producto a la imagen real, introduciendo la fotografía del producto como gran novedad, consiguiendo un mayor atractivo en su comunicación.
A partir de aquí la innovación técnica y el irresistible poder de atracción de la imagen han hecho el resto, permitiendo crear carteles que mostraran su mejor perfil, destacando la textura del helado, y mostrando las distintas capas que lo componen: cobertura de crujiente chocolate con almendra, interior de vainilla con sugerente caramelo,...; todo con una explosión de color y creativo diseño.
Muchos de sus productos han llegado a tener tanto éxito que su alrededor han crecido fans incondicionales que los recuerdan con anhelo. Incluso su imagen llego a ser tan popular y poderosa que en muchas ocasiones, su nombre y fama superaban al de la propia marca. De hecho, puede que muchos recuerden muchos de estos helados sin recordar la marca exacta a la que pertenecían, pero podemos encontrar hasta camisetas veraniegas que utilizan las imágenes de aquellos populares helados como una apuesta por la creatividad que recurre a la nostalgia y las emociones que todos guardamos.
A pesar de que las grandes marcas del sector siguen manteniendo una fuerte apuesta por la publicidad a través de todo tipo de anuncios y medios (internet, redes sociales, televisión y prensa), lo cierto es que el cartel de helado, sigue siendo indispensable y uno de los recursos estratégicos que mejor suele funcionar entre los consumidores. Si esto no fuera así,¿Qué sería del verano sin los populares carteles de helados?