Existe una tendencia en auge en el social media que comienza a presentarse con demasiada frecuencia invitándonos a la reflexión ya que, bien sabemos que de la interacción social se extrae información indispensable para interiorizar los requisitos que se incluyen en la consolidación de una empresa social hoy en día.
Las redes sociales son espacios abiertos al mundo, sin limitaciones, masificados y transversales. Twitter y Facebook se han consolidado como las plataformas que han ejercido el nexo de unión entre el mundo online y offline mientras, la red en su conjunto, abre las puertas a un universo cada vez mayor de influencias individuales construidas en el ejercicio de su papel de “prosumidor”
Todo ha cambiado y, si bien es cierto que del análisis de la coyuntura global en el que incluimos obviamente, el papel de Internet en el mundo, se derivan efectos colaterales de magnitud, no podemos sino aceptar que los cambios de ciclo son así y que en el momento actual, adaptación, integración y socialización, son los requisitos excluyentes para mantener el crecimiento.
Uno de los errores más habituales de las marcas en el social media, lo encontramos de la mano de las consideradas, marcas influyentes, quienes en algún momento del proceso perdieron ligeramente el norte y se llenaron de ego, vanidad y un poder ficticio para generar ruido en lugar de calidad.
El error es inevitable si tenemos en cuenta que la innovación tecnológica son sólo instrumentos que nos permiten ser más eficientes pero que, finalmente, somos personas y el error es inherente al aprendizaje. Sólo quien se equivoca se está moviendo. Las marcas que no se “hayan preparado” para dar una respuesta rápida, comprometida y responsable, morirán producto de una crisis descontrolada.
Y aquellas marcas que piensan que la creatividad justifica cualquier acción debido a que su marca YA es un referente y por lo tanto su calidad está más que demostrada, es necesario recordar, que avanzamos por un ciclo 100% dinámico, en proceso de cambio permanente y en el que es el cliente quien decide que es bueno o no. Y para ello se informa en red, con otras marcas, otras redes, otros foros, con cuya información conformará una opinión.
Salvo que la calidad y la honestidad respalden nuestras acciones, ningún punto acumulado durante el proceso de construcción de una marca, será suficiente para evitar la debacle de su reputación ante acciones poco éticas.
Es bueno hacer ruido en las redes sociales, son impactantes las campañas publicitarias que desatan la polémica, ¿a quien no le impresiona en mayor o menor medida la campaña trasgresora de Benetton? Pero finalmente, lo que nos exige el consumidor actual, es que el impacto provenga de la calidad y la originalidad y no de la mediocridad y la utilización de la creatividad de otros.
Las estrategias del nuevo Inbound Marketing para atraer al cliente no sólo son un asunto vinculado con la interacción en la comunidad de Facebook o Twitter, se trata de identificar un área de híper especialización con la que llegar a un público objetivo interesado, capaz de integrarse, compartir y evangelizar a nuestra marca y para ello, es necesario entregar toda la creatividad, originalidad y compromiso que tengamos; el que define a nuestra marca.
En el momento actual la influencia se mide con la acción conjunta de la creación de contenidos de calidad, la acción social y el compromiso con las emociones de los clientes, las marcas que no encuentren su propia voz, irán perdiendo influencia quedando finalmente excluidas del canal social.