A un esquimal no le queremos ofrecer un bañador, igual que a un calvo no le queremos intentar vender un peine. Seguramente uno de tus caballos de batalla es identificar el público objetivo sobre el que focalizar tu marketing. Tan importante es dar en la diana con nuestra publicidad, como no dilapidar recursos intentando generar confianza en aquel target que no es el nuestro.
"La mitad del dinero que gasto en publicidad va a la basura; el problema es que no sé de qué mitad se trata". John Wanamaker ya contaba esto hace más de un siglo. Se supone que hemos avanzado un poco desde entonces y la tecnología nos permite hacer análisis entonces impensables. ¿Será esto cierto, y ya podemos dejar de tirar el dinero?
Parece que estamos de enhorabuena, ya que cada vez nos encontramos con más herramientas con una gran capacidad de segmentación. En Linkedin podemos segmentar por sectores, por puestos, por edad, por ámbito geográfico? En Google podemos imaginarnos qué palabras clave utilizarán nuestros potenciales clientes para encontrar lo que buscan, o podemos explorar tendencias que nos marcan el devenir de los intereses de los clientes. En 11870.com tenemos una profunda y única segmentación geográfica y de temáticas. Encontramos blogs especializados de cualquier cosa, que nos segmentan en temática aúnque nos falta la geográfica. Twitter o Facebook también nos ofrecen interesantes posibilidades de segmentación. La radio online nos permite llegar a cada oyente individual. Portales verticales agrupan grandes cantidades de personas con intereses comunes.
Disponemos de la tecnología para poder trabajar con targets extremadamente certeros, que nos permitiría disparar con rifle de mira telescópica. Pero nuestro gozo acaba frecuentemente en un pozo. Para llegar a nuestro target nos vemos obligados de modo artificial a impactar a un público que no queremos. Lamentablemente, la tecnología está lista pero no siempre disponible, nos hurtan posibilidades existentes con criterios arbitrarios.
Nos lo muestran y no nos lo dan, eso no se hace
Google te obliga a meterte en una autovía de gran capacidad completamente atascada como si vendiera el carburante que dilapidan los coches parados con el motor encendido, y mantiene cerradas las carreteras secundarias y los caminos sin tráfico. ¿Por qué no nos deja configurar campañas con palabras clave muy específicas más orientadas a nuestro cliente? ¿Acaso vamos a la frutería y nos obligan a comprar acelgas cuando sólo queremos manzanas?
Linkedin te fuerza a abrir tu target añadiendo sectores de interés secundario o perfiles profesionales que no te interesan. Si quieres que te presente a mi hermana tienes también que sacar a pasear a mi perro.
Me pregunto hasta qué punto estas prácticas son lícitas y si debiera haber algún tipo de control que obligara a las empresas a eliminarlas. Son las empresas más pequeñas las que se ven más perjudicadas, de nuevo en desventaja competitiva con los fuertes. Además, la potencia de algunas de estas empresas de marketing me empieza a recordar a los monopolios de las telecomunicaciones. Una situación de la que no tenemos precisamente buenos recuerdos.