Por Redacción - 5 Octubre 2020
Los datos se han convertido en una herramienta agridulce para las marcas y las empresas. Por un lado, la información es muy valiosa, ya que ayuda a comprender a los consumidores y permite perfilar de un modo mucho más efectivo la estrategia de posicionamiento en el mercado. Por otro, sin embargo, los datos han empezado ya a mostrar su lado menos positivo. Las propias compañías están sepultadas en una avalancha de información que muchas veces está duplicada, es irrelevante o resulta incorrecta.
A eso hay que sumar que los consumidores se han vuelto más y más sensibles con lo que ocurre con su información personal. Los escándalos por uso de datos, como el de Cambridge Analytica, se convirtieron en noticias en los medios generalistas y, más allá del público interesado o especialista, el big data se hizo tema de actualidad para todos.
Pero, aunque la preocupación de los consumidores es creciente y constante, ¿saben realmente los ciudadanos qué pasa con sus datos? ¿Están preocupados porque tienen conocimientos reales de lo que importa la información y de lo que supone para las empresas? ¿O lo están porque el tema se ha convertido en ubicuo y porque los escándalos han dañado la reputación de la industria?
Los datos de un estudio apuntan en la segunda dirección. No es que los consumidores estén preocupados por el uso que las empresas hacen de los datos porque sepan realmente qué ocurre, sino que más bien no tienen muy claro qué ocurre con la información.
Los datos del estudio, realizado por Publicis Sapient partiendo de una muestra de consumidores de varios países europeos a los que se suman Australia y Estados Unidos, apunta que el 61% de las personas reconoce que sabe "poco a nada" de lo que las empresas hacen con sus datos.
Solo el 7% de los encuestados considera que está bien informado sobre el uso de datos y sobre lo que ocurre con la información.
Y, aunque estos datos podrían parecer terribles (y más si se tiene en cuenta el contexto en el que se mueven las empresas y los temores de los consumidores), en las conclusiones del estudio se consideran una oportunidad para las marcas. Les permite "educar a los consumidores en cómo se gestionan sus datos" y ganar así en reputación. Se posicionarán como marcas en las que más y mejor se puede confiar.
Además, los datos del análisis también apuntan en otra dirección interesante. Cuanto más saben los consumidores de lo que va a hacer la empresa con sus datos, más dispuestos están a permitirle que usen esa información.
"La gente que más sabe sobre lo que las empresas hacen con sus datos personales tienden a ver el beneficio en que las compañías recopilen esos datos", indican. Un ejemplo perfecto está en las cifras del estudio en Francia: del porcentaje de consumidores con conocimientos sobre qué ocurre con los datos, el 41% lo ve de forma positiva y el 22% de un modo negativo.
Eso sí, las compañías también deben tener en cuenta que la sensibilidad sobre el uso de información personal varía según la generación en la que se encuadren los consumidores. Los baby boomers suelen ser quienes están más abiertos a ver beneficios en el uso de datos si les dan margen para gestionar más esa información.