Por Redacción - 2 Enero 2023
El marketing de contenidos se ha convertido en una pieza esencial para llegar a los consumidores. En un mercado en el que cada vez están más hartos de la publicidad tradicional y rechazan lo que consideran spam de marcas, los contenidos son, por el contrario, algo que se valora y se recibe de buen grado. Un buen contenido da un valor añadido y ayuda al consumidor/lector con cuestiones que le interesan. Es un extra. Además, se presenta de una manera mucho menos invasiva que lo que lo hacen los anuncios.
Por ello, las compañías están apostando por los contenidos y están intentando posicionarse usándolos. El marketing de contenidos ofrece un elevado retorno que no pueden desperdiciar. Pero comprender su valor no implica necesariamente perfilar la estrategia sin errores, porque por mucho que se hable de lo que hace buenos a los contenidos y de lo que lleva a que los consumidores los acepten de buen grado, las marcas siguen cayendo en ciertas trampas.
Son los errores en marketing de contenidos que, a estas alturas, deberían evitarse ya sí o sí.
Uno de los errores de base en los contenidos está en la elección de temáticas. Las compañías tienen unos objetivos claros de cosas que deben posicionar ante el mundo. Deben hacer que los consumidores se sientan interesados por tal producto, que comprendan los valores de tal cuestión o que prefieran ciertos elementos frente a otros. Lograrlo requiere una estrategia muy eficiente de marketing.
Pero en contenidos deben andar con pies de plomo: que tu marca necesite meter un tema por las orejas no implica necesariamente que deba producir contenidos solo sobre eso o centrados en eso sin añadir más información. Los consumidores solo leerán temas que les interesan, no aquello que tú quieres que lean.
Muy conectado con el punto anterior está la cuestión de quién escribe y produce esos contenidos. En general, se tiende a pensar que todo el mundo sabe escribir. Y sí, todos sabemos escribir en el sentido elemental del término. Sin embargo, escribir para los demás, para que otros te lean, requiere conocimientos y habilidades que no tienen todas las personas.
Por ello, los contenidos deben ser realizados por manos expertas, que sepan de qué están hablando y que sean capaces de perfilarlos de la mejor manera. Estos expertos son clave en redacción, pero también en otras fases como las de corrección, edición o maquetación.
En cierto modo, la clave está en pensar un poco más como un medio de comunicación y un poco menos como un marketero decidido a vender y vender (que ocurrirá, pero de una manera mucho más sutil). Un medio tiene una agenda de temas prioritarios, un equipo experto o un ritmo de publicación. También cuenta con unos estándares de calidad que no se permiten incumplir.
Quizás, lo único que los marketeros no deberían tener presente de cómo actúan los medios de comunicación es esta cuestión, la de obsesionarse con los temas de moda y priorizarlos por encima de todo lo demás. Los medios lo hacen porque esos temas suelen generar picos de tráfico que, para sus cuentas mensuales, les salen muy rentables.
Sin embargo, el marketing de contenidos no consiste en acumular tráfico online, sino en generar tráfico de calidad. Esto debe limitar cómo se trabaja con los temas de moda y debe llevar a priorizar contenido de calidad y que responda a las necesidades e intereses de los consumidores (y de la marca). Y, por supuesto, no se debe olvidar el potencial del contenido evergreen, los contenidos que se mantienen perennes y que generan tráfico de forma constante.
En cierto, todo esto se puede resumir en un error capital que las marcas jamás se deben permitir. El marketing de contenidos nunca puede ser spam, porque al serlo atenta contra los valores básicos que lo hacen tan poderoso y tan rentable.