Por Redacción - 29 Octubre 2014
Pocas son las afortunadas personas que no deben enfrentarse cada día a una avalancha de mails en sus bandejas de entradas. Cada vez son más los correos electrónicos que gestionan (desde el del trabajo hasta el personal pasando por las bandejas de entrada de los mensajes privados que reciben en redes sociales y que no son más que una versión distinta del mail) y por tanto el número de correos a los que se enfrentan son mucho mayores al cierre del día. Por ello, los consumidores se han vuelto más eficaces, más diligentes: el dedo les tiembla menos a la hora de borrar sin leer un correo.
Y lo que ha hecho que el número de mails que leen se reduzca ha supuesto también un nuevo reto para las empresas. La línea entre lo que el usuario abre en su correo (y la newsletter o el mensaje de mail marketing enviados) y lo que no mira es tan fina que hacer que los mensajes se queden sin leer es cada vez más sencillo. Los trucos han aparecido rápidamente y las recomendaciones de asuntos altamente impactantes que conseguirán que todo el mundo abra los correos que las compañías les envían se han convertido en el pan de cada día. Pero no todas esas recomendaciones funcionan y no todas esas ideas hacen que los consumidores no dejen de leer los mensajes corporativos. De hecho, muchas de ellas son en realidad un fiasco y tienen el efecto contrario a lo propuesto.
De hecho, se podría decir que existen prácticas que consiguen más que que los consumidores abran los mails que reciben que los borren sin dudarlo. La revista Entrepreneur ha hecho un listado con tres de las prácticas que consiguen que los mails enviados por las empresas no sean abiertos jamás por los consumidores.
Las preguntas rápidas
De entrada pueden parecer de los asuntos más atrayentes y una apuesta segura de click bait (lo ves y haces clic gracias a la atracción de ese contenidos), pero lo cierto es que, como apuntan desde Entrepreneur, ya no funciona. De hecho, suele tener el efecto contrario. La muerte de este sistema posiblemente esté asociada al uso y abuso por parte de los propios emisores de estos mensajes. Se podría aprovechar para repetir que los trucos solo funcionan si se usan un par de veces, pero nunca si se repiten en bucle infinito.
La fórmula se basa en poner como punto de atracción una pregunta o un elemento que genera rápidamente atención. Y una vez dentro el envío sigue con el mismo estilo que usaban los vendedores de los 60: "Permítame que le haga una pregunta rápida, ¿sabe cómo podría hacer más dinero con??". El receptor identifica el percal ya en la línea uno, se siente decepcionado, borra el mensaje y pone a quien lo envía en su lista negra.
Lo que se está perdiendo
Hacer una apelación a las cosas que el consumidor se está perdiendo y preguntar si está dispuesto a seguir perdiendo semejante evento, producto u oferta es uno de los clichés más habituales en la comunicación publicitaria y es también uno de los recurrentes tópicos que usan en los envíos de mail marketing. El reclamo suele ser o bien una oferta que se está perdiendo o, lo que según el análisis de Entrepreneur es incluso peor, un aviso sobre las cosas que se están haciendo mal. Un ejemplo de este último punto son los mails que usan un fallo en la empresa para vender: "nos hemos dado cuenta de que solo tienes 100 fans en Facebook y podrías tener 1.000", sería el tipo de mensaje de este formato.
Puede parecer que se está haciendo un favor al consumidor y que se está ofreciendo la salvación, pero la verdad es que quien recibe este tipo de correos los rechaza porque suele considerarlos, en cierto modo, una afrenta. Destacar los errores de los demás no es la mejor estrategia para hacer amigos y tampoco para hacer negocios. Empezar con ese punto hace que el receptor se sienta ya ligeramente enfadado y por tanto menos receptivo a cerrar un negocio.
Lo que he ganado con esto
Los spammers lo utilizan. No hay más que ver algunos banners que circulan por la red y los muchos mensajes que atiborran las bandejas de entrada de spam para descubrirlo. Todos llevan promesas de haber usado una dieta y haber perdido 20 kilos o de haber ganado muchos y más euros sin salir de casa. Lo discutible es que muchas empresas legítimas también lo emplean. "Aprende como he hecho un millón de dólares en 30 días usando esta fórmula", podría ser el tipo de mail que recibiría el consumidor según Entrepreneur. Y, como los tres anteriores, también acabará en la papelera de reciclaje.
La razón es la misma que hace que no se haga clic en esas promesas de los spammers: los consumidores no creerán lo que la empresa en cuestión está intentando venderle (y en realidad importa poco si es o no una promesa legítima: la fórmula invita a no confiar en ella). La confianza es un elemento clave ya no solo para abrir sino también para que un mensaje se convierta en una venta, una visita a una web o cualquier otro objetivo que puedan tener las empresas. Este tipo de mensajes no lo consiguen.