
La privacidad y seguridad de los datos personales nunca había sido tan relevante como hasta ahora, y esto, en gran parte, está motivado por el control que los propios consumidores exigen de sus datos. Además, la Ley de Servicios Digitales de la UE que entrará en vigor en 2024, endurecerá las restricciones introducidas inicialmente por la política GDPR sobre cómo se recopilan y utilizan los datos online de los usuarios y Google anunció que va a dejar de admitir cookies de terceros en su buscador en un plazo similar.
Estas exigencias tanto por parte de los consumidores, como por parte de las leyes que regulan este ámbito, han generado que las marcas tengan que buscar una alternativa a las cookies de terceros para conseguir recopilar datos de los usuarios que permitan la generación de estrategias de marketing personalizadas. Si en 2021 el 86% de los especialistas en marketing de EEUU dependían de las cookies de terceros para sus estrategias de marketing, a partir del año que viene, tendrán que cambiar su política de captación de datos. Esta medida afecta particularmente a aquellos retailers que dependen de estos datos para ciertas campañas publicitarias de captación como, por ejemplo, las de remarketing, que dependen de las cookies colocadas en el navegador del usuario cuando visita un sitio web por el cual luego es impactado en sitios de terceros con los productos que ha visitado. En consecuencia, la falta de estos datos podría afectar la estrategia de marketing de las marcas que deberán desarrollar formas nuevas e innovadoras de recopilar datos de los consumidores.
Para las empresas innovadoras y ágiles, esta es una oportunidad para reestructurar sus campañas digitales e incorporar tecnologías basadas en el consentimiento para informar a los consumidores sobre el uso final que se va a dar a los datos recopilados.
Entonces, ¿por qué se están eliminando las cookies de terceros? ¿Qué desencadenó el cambio?
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