Por Redacción - 15 Julio 2014
Una de las grandes tendencias de futuro, y una de las que va a cambiar muchas cosas en el mundo corporativo, es el big data. La avalancha de datos a los que van a estar sometidas - y están ya sometidas - las empresas permitirá conocer de forma muy amplia y sistemática al consumidor y ofrecer soluciones a medida y que respondan a sus deseos incluso más ocultos. Los supermercados son ya capaces, por ejemplo, de saber si una de sus clientas está embarazada e incluso en la fase de embarazo en la que está para ofrecerle información a medida.
Todo esto sucede, por supuesto, en Estados Unidos, donde el uso del big data ha protagonizado algunas historias de éxito verdaderamente sorprendentes. El de Walmart es el más popular, ya que la cadena de hipermercados fue una de las primeras en implementar esta herramienta y se apuntó sorprendentes tantos, como cuando gracias a la minería de datos estuvo mejor y más preparada que la administración pública estadounidense para los efectos del Katrina.
En España la situación es un poco más complicada. Hace un año, y según un estudio sobre tecnologías sociales en el mundo empresarial elaborado por IDC, solo un 19% de las empresas españolas estaban ya familiarizadas con el concepto de big data, aunque posiblemente ahora el porcentaje sea ligeramente más alto dado que el concepto y sus aplicaciones en el mundo de los negocios han empezado a ocupar páginas ya no solo de la prensa especializada, sino también de la económica y la generalista.
Pero aunque las empresas empiezan a conocer cada vez más el término no todas se han lanzado a usarlo. Existen aún varias limitaciones y ciertas fronteras que no todas las compañías han cruzado.
La tecnología es una barrera de entrada
Aunque las aplicaciones del big data van más allá del terreno tecnológico, la tecnología es una de las claves fundamentales para acceder a sus beneficios. Los responsables de desarrollo de negocio y los de marketing son quienes pueden hacer el mejor uso de la información que ofrecen las herramientas de big data, pero antes de ello todos los datos tienen que pasar por el filtro de la tecnología.
Los problemas no están ligados únicamente a comprar - por simplificar mucho el concepto - la licencia para usar un producto de análisis de datos. No: los retos que supone tecnológicamente el big data van más allá de ello. Para empezar las empresas tienen que capturar los datos y estos pueden ser captados de muchas formas. No se trata solo de los soportes (y veamos solo una breve lista de posibles soportes que apuntan en IBM en una de sus explicaciones sobre qué es el big data: "dispositivos móviles, audio, video, sistemas GPS, incontables sensores digitales en equipos industriales, automóviles, medidores eléctricos, veletas, anemómetros") en los que se captura la información, sino también cómo se captan esos datos. Es decir, no siempre la información llega de forma estructurada y lista para ser deglutida por el sistema.
Aún así, las empresas deben conseguir crear un camino para conseguir datos. Los consumidores no van a regalar su información y la empresa debe ser lo suficientemente astuta como para hacerse con ella, ya sea vía tarjetas de fidelidad, beneficios por geolocalización o cuestionarios.
Además, la información necesita ser almacenada. Las empresas deben hacer una inversión en centros de datos propios o en espacio en la nube (y posiblemente sin la revolución del cloud nunca hubiésemos empezado a hablar de big data o lo estaríamos haciendo de otro modo), pero eso implica inversión de capital.
Personal especializado
La tecnología no es la única razón por la que no todas las empresas están entrando en el big data. Los profesionales especializados en las demandas que impone este nuevo terreno de juego son un bien limitado, lo que hace que no todo el mundo consiga captar a los mejores de este campo (o a un profesional realmente especializado en el mismo).
El apellido profesión de futuro es uno de los habituales cuando se habla de los trabajos en el sector y, de hecho, según la estimación del portal de trabajo estadounidense Indeed la demanda de profesionales en este terreno ha crecido en un 15.000% en los últimos años. En 2018, la brecha entre la oferta y la demanda se situará, según otras estimaciones, en el 50%, lo que hará que ser un profesional de este ramo sea una gran inversión a futuro pero que la situación tenga todas las trazas de convertirse en una pesadilla para los responsables de recursos humanos de las empresas. El data scientist es, según la prestigiosa - y seria - revista Harvard Business Review, el trabajo más sexy de la década, lo que hará que muchas empresas vayan a tener problemas para hacerse con quienes le ayuden a dar el salto al big data.
Solo las grandes empresas están haciendo el esfuerzo
La limitada cantidad de profesionales preparados se suma a que las soluciones de big data no siempre están al alcance de todas las empresas. El big data se trata de una tendencia en auge y, como todas las cosas de moda, tiene que ser pagada. Los precios de las tecnologías de última generación no está, por así decirlo, al nivel de una licencia de Office, así que las compañías de menor tamaño tienen una barrera de entrada a mayores.
Aunque eso no implica que - teniendo en cuenta aplicaciones de la tecnología - solo las grandes empresas puedan hacer un uso del big data y de las mejoras que puede suponer a la hora de tomar decisiones o que solo ciertos sectores puedan dar el salto a su uso. El big data puede ser empleado por prácticamente cualquier compañía y de cualquier terreno. Por ejemplo, en el último concurso de Fico sobre uso de analítica en el terreno de los negocios, una de las ideas ganadoras fue una que convertía a una cadena de panaderías brasileñas en unas panaderías inteligentes. Los participantes habían aplicado la analítica a la producción a gran escala de una fábrica de productos de panadería, controlando los tiempos de producción hasta las líneas de fabricación de pasteles, los tiempos de configuración, las capacidades de transporte y los tiempos de entrega. Los cambios permitieron mejorar los tiempos y ser más eficaces en la llegada a mercado, pero también crear nuevas líneas de fabricación.
Por haber hasta hay una plataforma, llamada Boolino, que emplea el big data para diseñar campañas mucho más efectivas para incentivar la lectura infantil. El big data también se usa para planificar horarios de actividades deportivas y conseguir mejores resultados en audiencia o para reducir el fraude en las entidades financieras u optimizar la gestión energética.
El big data no es la Virgen de Lourdes
Otro de los problemas con las tecnologías de tendencia es el de dejarse llevar por las promesas y no pararse a pensar más allá. El big data es una herramienta potente, que puede mejorar mucho la ejecución de una compañía y como se dirige a sus consumidores, pero no es una solución milagrosa. Ninguna empresa se va a salvar o va a empezar a vender como churros sus productos simplemente por hacerse con una licencia de cualquier programa de analítica de datos.
Analizar los datos debe llegar de la mano de una clara estrategia de negocio: es necesario saber lo que se busca y lo que se quiere antes de lanzarse a la piscina. Una campaña de marketing no va a llegar a los consumidores específicos y deseosos de ese producto únicamente porque se pulse la tecla mágica del big data, sino porque alguien ha hecho bien su trabajo creando una estrategia y preguntando a los datos las preguntas correctas.