Por Redacción - 7 Octubre 2014

Las cookies han sido desde siempre una de las herramientas de las que más se han valido los responsables de los sites en internet para medir tráfico, conocer a su audiencia y sobre todo vender después publicidad relacionada. Los responsables de los mismos y los de las compañías que se encargan de comercializar los anuncios siempre aprovechan para recordar que las cookies, en el fondo, apuntan, son inocuas. En cualquier mesa redonda en la que participen siempre acaba saliendo el tema y siempre acaban señalando que una cookie no sabe a quién está siguiendo con nombres y apellidos y que no sirven para espiar a los usuarios sino simplemente para ofrecerles una publicidad que les resulte más interesante.

Sin embargo, las cookies han sido desde siempre uno de los principales motivos de queja de los internautas. Los consumidores han estado preocupados desde prácticamente su comienzo en el mercado por lo que las cookies pueden o no saber sobre ellos y sobre el poder que eso les da a las empresas de internet. ¿Conocen demasiado bien quienes son y lo que quieren? ¿No debería haber un límite en lo que pueden rastrear? ¿Y no debería el consumidor poder mantenerse al margen? A medida que han aparecido más fuentes de información sobre sus hábitos, la situación se ha hecho más compleja y el miedo de los usuarios sobre lo que ocurre con sus datos personales mayor. Ahora la información que obtienen esas cookies puede ser cruzada con muchas otras fuentes de datos y llegar a conclusiones aún más acertadas sobre quiénes son cada uno de ellos.

La primera medida de control vino por parte de los propios usuarios. Algunos smartphones ya incorporan por defecto herramientas que permiten bloquear cómo las empresas de internet extraen información sobre los consumidores. Pero antes ya navegadores y extensiones para ellos permitían añadir funcionalidades de non follow, que impedían a los sites y a sus cookies seguir la navegación de los usuarios.

La segunda gran medida llegó vía normativa, al menos en Europa. La Unión Europea aprobó una ley comunitaria que obliga a los sites a informar a sus visitantes de que pueden enfrentarse a la descarga de cookies para que puedan dejar la navegación. La norma es bastante controvertida, porque hace que la navegación no sea funcional y sobre todo mete en el mismo saco todo tipo de cookies. Las empresas tampoco tienen muy claro qué se espera de ellas, a pesar de que organismos como Autocontrol han lanzado asesorías y que se puedan encontrar decálogos sobre qué pide la ley.

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