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Los consumidores miran con malos ojos a las marcas que sufren robos de datos

Periodista especializada en marketing, tecnología y cultura. Como escritora, autora...

Los datos son cada vez más importantes en el día a día de las empresas, como demuestra el creciente interés que las empresas muestran por el big data. Acceder al mayor número de datos y de información sobre los consumidores es la llave para saber no solo cómo venderles mejor sino también, prácticamente, qué venderles. Las firmas invierten en recopilar todos esos datos y se hacen con potentes herramientas para analizarlos, pero el mundo de la información no es tan sencillo como simplemente acumularla y luego analizarla. Las empresas deben estar preparadas para afrontar sus riesgos.

Por el momento, lo que más preocupa a las empresas es la reacción de los consumidores ante la recolecta de datos. La privacidad es la principal preocupación de los usuarios ante el aumento del uso de sus datos personales por parte de las empresas, aunque los riesgos del big data van mucho más allá de eso. De hecho, la gran amenaza en el futuro serán no ya los abusos que puedan cometer las corporaciones con la información personal (las legislaciones son cada vez más rigurosas y garantistas) sino lo que otros jugadores pueden hacer con esos datos. El robo de información será en el futuro y todavía más de lo que lo es en el presente el gran reto al que tendrán que enfrentarse usuarios y empresas.

Las compañías tendrán que garantizar no solo que no usarán los datos que tienen de sus consumidores de forma abusiva sino también que esa información no acabará en manos equivocadas. Los cibercriminales ya no están solo interesados en enviar correos de spam y en intentar captar a los internautas más inocentes con mails lacrimógenos en lo que se conoce como el timo nigeriano. Ahora les interesa robar las bases de datos de las empresas.

La situación no es solo complicada por lo que supone (a la empresa le roban la información que han tenido que trabajar para conseguir) sino también por el impacto que tiene en su imagen pública. Los robos de información hacen que los consumidores odien a las empresas que los permiten.

Así lo acaba de demostrar un estudio de la firma de seguridad Annalect. Los robos de datos tienen un efecto psicológico en los consumidores y hacen que pierdan la confianza en quienes les venden. De forma especialmente llamativa, los consumidores no cargan las culpas sobre las empresas de tarjetas de crédito (que son los datos que los cibercriminales suelen desear robar) sino que lo hacen directamente sobre los vendedores que permiten que esos datos sean robados.

Los efectos no son solo a la hora de culpabilizar, también tocan a la imagen de marca y a las decisiones de compra. La imagen de la marca que ha sido víctima de un robo de información empeora para el 72% de los encuestados (que la empiezan a considerar de forma más severa). Y no solo eso: los consumidores también se plantean si comprar o no a quienes permiten esa situación. El 12% de los encuestados ha dejado de comprar una marca o a un vendedor porque han sufrido un robo de información.

De hecho, los consumidores están cada vez más preocupados por lo que ocurre con sus datos personales. La preocupación por saber cómo recolectan las marcas datos ha caído (cada vez son más habituales los artículos en medios de comunicación que lo desentrañan, por ejemplo) pero en cambio ha aumentado el porcentaje de quienes se preguntan qué harán después con esos datos. El 55% de los consumidores sufre por haber perdido el control de su información (un 8% más que en el año anterior), un 68% porque su información se comparta sin que lo sepan (un 13% más) y un 65% porque lo hagan sin su autorización (un 8%).

Periodista especializada en marketing, tecnología y cultura. Como escritora, autora...
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