Por Redacción - 10 Noviembre 2014
Muchos son los términos que marcan el futuro próximo de las nuevas tecnologías. Se habla de elementos como el big data, de dispositivos como los wearables (que irán con los usuarios a todas partes), de lugares como las smartcities o de cosas tan prometedoras (y al mismo tiempo tan amplias y tan casi inabarcables) como el internet de las cosas. Pero ¿importa a alguien más allá de los propios usuarios y las empresas de tecnología todas estas nuevas realidades?
Lo cierto es que las marcas tienen un interesante campo de trabajo en todos estos campos. El big data está haciendo que cada vez sepan más y mejor sobre sus propios consumidores, los wearables están sumando muchas nuevas pantallas a la ecuación, las smart cities están haciendo que los consumidores estén "perseguidos" en todo momento por las nuevas tecnologías y el internet de las cosas está permitiendo a todos el mundo crear nuevos productos, descubrir nuevas tendencias y simplificar el día a día de los consumidores.
¿Qué es exactamente el internet de las cosas? Para muchos, la explicación más sencilla es la de apelar al ejemplo de las películas de ciencia ficción para mostrar de forma gráfica qué es. En ese tipo de películas, siempre hay neveras que saben qué quieren los consumidores, hornos que preparan platos exquisitos solos, luces que se encienden sin que nadie tenga que mover un dedo o sistemas de seguridad que convierten a los hogares en fortalezas inexpugnables. El internet de las cosas conecta todo y cada uno de los elementos del hogar a la red y los convierte en dispositivos inteligentes. La nevera avisa de que ha llegado el momento de hacer la compra, las plantas - gracias a un aparato inteligente - recuerdan que deben ser regadas y las persianas se cierran solas.
Las estadísticas demuestran el potencial de este mercado. Según Gartner, en 2020, habrá 26.000 millones de dispositivos conectados. Y según una estadísticas de Cisco, en 2018 el internet de las cosas será una oportunidad de mercado que moverá 19.000 millones (españoles, 19.000 trillones estadounidenses) de dólares.
Para las marcas tiene también una aplicación; o mejor, siendo más precisos, tendrá muchas. Por una parte, el internet de las cosas creará nuevas pantallas y nuevos modos de llegar al consumidor. Por otro permitirá acceder a mucha y nueva información sobre cómo son y cómo se comportan los consumidores. Las empresas se sentirán empujadas a convertirse - o a sacar provecho - de los servicios digitales. Pero, además, las compañías podrán convertir las cosas que venden en soportes de esos mensajes.
El futuro pasará por los objetos conectados, como explicaban en una reciente mesa redonda en Nueva York (y como recoge AdAge) algunos de los directivos de marketing de las empresas top.
Productos conectados, mensaje constante
Los productos conectados no son más que los mismos productos que ya están vendiendo las empresas pero con una capa de información. La botella de la leche, el paquete de huevos o la mantequilla (por poner los ejemplos menos glamurosos) estarán conectados a la red, serán ligeramente inteligentes y, sobre todo, podrán interactuar con el propio consumidor, al que le darán información.
De este modo, los productos se convertirán en una plataforma propia que las marcas podrán emplear para llegar a los consumidores y que se sumará a las ya existentes en el esfuerzo de medios de las marcas. Como apuntan en AdAge, las marcas tendrán que crear una suerte de nuevo CRM para los objetos físicos. Lo que venden no solo será un producto que el consumidor compre sino también una nueva manera de llegar a ellos y recordarles, en todo momento, que sigan comprando, los valores de la marca o de hacerles sentir cómodos y próximos a la empresa.
Los beneficios de los productos conectados son varios. Por una parte, y lo más importante, son un canal directo entre el consumidor y la marca, en el que se eliminan los intermediarios y las distracciones a las que pueden tener que enfrentarse los consumidores cuando reciben estímulos a través de otros canales. Aquí no hay el potencial de zapear o la avalancha de información de internet: está solo el producto y el consumidor. Por otra parte, las marcas cuentan por primera vez con un soporte que es realmente en tiempo real, o al menos el tiempo real más "puro". El mensaje llega en el momento exacto en el que el cliente está consumiendo. Y, finalmente, se produce una interacción con el consumidor real: no hay que hacer encaje de bolillos para llegar al target, ya que el target ha llegado ya a ellos.
¿Entrará entonces el producto directamente dentro del media mix? Las ventajas de los productos conectados parecen lo suficientemente evidentes como para que cueste dudar que el futuro no pase por latas de refresco inteligentes. Las marcas no tendrán que hacer tantos esfuerzos por hacer llegar los contenidos sino que ya estarán altamente receptivos cuando los reciban porque el contenido aparecerá directamente en el producto que están consumiendo.