
Por Redacción - 3 Diciembre 2015
A medida que la tecnología empieza a tomar cada vez más importancia en el día a día, no solo de los ciudadanos (que emplean estas herramientas cada vez más para cada vez más acciones de su día a día) sino también de las empresas (que confían cada vez más en ella para gestionar más y más cuestiones), la confianza que se tiene en las nuevas tecnologías es cada vez mayor y más determinante. Cada día se espera que la tecnología arregle más cuestiones, soluciones más problemas y encuentre más y más posiciones milagrosas que podrán arreglar prácticamente cualquier cosa. La tecnología parece que lo conseguirá todo y las expectativas que se tienen en la misma son cada vez más elevadas. Sin embargo, la tecnología no lo es todo y eso es algo que a veces parece que quienes toman las decisiones olvidan.
En un mundo en el que los datos son cada vez más importantes y en el que gracias a ellos es cada vez más sencillo tomar decisiones basadas en la información, es bastante fácil caer en la tentación de pensar que la información será lo único que creará oportunidades de negocio o que las herramientas que la gestionan serán quienes desvelen todos los misterios o quienes solucionen todos los problemas. El big data es una gran oportunidad para las empresas, una que nunca antes habían tenido, pero es también un entorno en el que las compañías no deberían confiarse al completo. Es decir, el big data puede ayudar mucho, pero no es un bálsamo milagroso, ni un curatodo. La tecnología es clave, es revolucionaria y es una importante oportunidad, pero a pesar de todo ello sigue necesitando a la voz humana que la guía.
El big data es crucial para el futuro de las empresas, eso es cierto, pero también es verdad que los profesionales que trabajan en relación a ello lo son igualmente. O, resumiendo, poco importa la tecnología sino hay un trabajador que sepa hacer de ella algo valioso.
Como recuerdan en un artículo en Techcrunch, los datos son cruciales y la información tiene muchísimo poder, pero igualmente es crucial y es determinante el que haya un profesional que le sepa encontrar el sentido. Al fin y al cabo, recuerdan, los datos no tienen sentido, no sirven para nada, si no hay un humano que les dé sentido y que sepa convertirlos en algo más que simplemente información.
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