
¿Reemplazarán los robots a los profesionales del marketing del mañana?
Por Redacción - 23 Febrero 2016
A medida que la tecnología se va haciendo más efectiva y más cercana a la mente humana (la inteligencia artificial es cada vez más efectista y más, por así decirlo, inteligente), el peso que esta toma en las decisiones de negocio y en las ejecuciones del mismo es cada vez mayor. Al fin y al cabo, a lo largo de la historia cada una de las diferentes revoluciones industriales han logrado efectos muy similares en estos terrenos. A medida que iban avanzando las máquinas, estas iban quedándose con más ocupaciones que hasta entonces ocupaban los trabajadores. En la revolución tecnológica, es de esperar (parece una conclusión lógica) que suceda algo similar.
Pero hasta ahora todas esas transformaciones afectaban al trabajo directamente manual. Los robots se hacían con los trabajos que no requerían ser creativos o que no estaban directamente ligados a la mente. Los robots, las máquinas, asumían aquellas tareas que eran repetitivas, que requerían simplemente fuerza bruta o que suponían demasiado riesgo para los trabajadores. Los robots solo pensaban en las películas de ciencia ficción.
La evolución tecnológica ha cambiado sin embargo esta situación. De pronto los robots están asumiendo trabajos que no son los que asumían de forma habitual. Los robots se han colado en el punto de venta y se han convertido en gestores de la atención al cliente, ya que son capaces no solo de comprender al consumidor sino también de saber qué es lo que quieren y el modo en el que tienen que tratarlos. En un capítulo de la viral serie estadounidense Unbreakable Kimmy Schmidt, el marido millonario de la jefa de la protagonista se trae un robot de Japón que quiere convertir en la nueva sensación en el mercado estadounidense. En su presentación ante los inversores les dice que será la revolución en la atención al cliente, mientras las personas de su casa odian cada vez más y más a un robot que es capaz de cantar canciones y hacer guiños a su audiencia o adelantarse y servir las bebidas favoritas de los asistentes al encuentro.
Es, claramente, un elemento para construir una trama humorística pero, en realidad, funciona también como una manera para comprender lo que ha evolucionado la inteligencia artificial. Los robots ya no son elementos "tontos" sino que cada vez son más humanamente inteligentes (tanto que se están haciendo múltiples estudios sobre cómo educarlos - uno hasta apuntaba que habría que darles a leer los clásicos para que no se conviertan en malvados - o sobre su potencial - tanto que Google ha cerrado una patente para hacer que los robots repliquen la personalidad de los seres queridos, muy a lo Black Mirror, o de quienes se quiera que sean iguales). Los robots sirven para cada vez más cosas.
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