Por Redacción - 5 Abril 2016
Durante años, décadas y realmente ya siglos las máquinas han ido haciéndose con diferentes funciones dentro de la escala del trabajo y asumiendo diferentes cargas laborables. Las máquinas eran, por así decirlo, "tontas" y asumían cargas de trabajo que por una razón o por otra podían ser mecanizadas. Las máquinas asumían trabajos rutinarios, elementos para los que se requería fuerza o trabajos que hacían que el día a día laboral resultase peligroso. Las máquinas seguían necesitando de trabajadores humanos y seguían necesitando de la mente humana para operar, porque al final ellas no podían tomar decisiones, no podían reflexionar y no podían acertar a solucionar problemas complejos o cuestiones que fuesen más allá de, pongamos por caso, el rutinario trabajo de cerrar latas de conserva en una fábrica.
¿Sigue siendo esto así? Hace unos años se convirtió en material para lo viral y para protagonizar noticias en los medios de comunicación online y en las secciones de sociedad de prácticamente todos los medios de todo el mundo el hecho de que Watson, la supercomputadora de IBM, se lanzase a participar en Jeopardy, uno de esos concursos culturales que tanta fama tienen en la televisión. Watson hizo un buen papel, se convirtió en muy popular y, después, cuando se visitaba casi cualquier gran evento que organizase la compañía se podía retar a Watson (o a una versión del mismo) a competir en algún test de cultura general. Lo cierto es que poco importaba que se intentase optar por algún elemento europeo esquivo a la hora de hacer el test... Watson acababa venciendo.
Esto sucedía por una razón clara. En los últimos años, la inteligencia artificial ha avanzado a pasos de gigante y esto ha hecho que se cree un contexto completamente nuevo y mucho más complejo que lo que se tenía hace unos años. De pronto, las máquinas ya no tienen por qué ser tontas y ya no tienen que estar limitadas a las tareas mecánicas y repetitivas. El potencial de las mismas puede ser muy superior y lo que pueden hacer y lo que pueden lograr puede ser mucho más complejo, mucho más creativo y mucho más humano. Y, de este modo, se ha dejado de hablar de máquinas y se las ha apartado en la lista de las cosas que las empresas pueden tener a su disposición para empezar a hablar de robots. Las empresas podrán en el futuro (y pueden ya, las que son pioneras, hacerlo en el presente) echar mano de robots ultrainteligentes y tan cercanos a los seres humanos que están ya sustituyéndolos en muchas funciones o podrían hacerlo en muchas en el futuro inmediato.
La era de las máquinas ha terminado. La era del robot inteligente y tan cercano al ser humano como se pueda imaginar ha llegado. Y, sí, podría parecer el material para una película de ciencia ficción, pero es en realidad algo que se puede tocar ya con la punta de las manos.
El avance que se ha producido en la inteligencia artificial y el potencial que los robots tendrán en el futuro es muy elevado. Ya no se trata solo de que cada vez serán más capaces de ser como las personas y como ciertas personas concretas (como ocurre en un capítulo de la serie británica Black Mirror, en el que una mujer que acaba de perder a su marido y que no se siente capaz de vivir sin él decide comprar un robot que sea exactamente como él) y que es lo que una patente de Google de hace unos meses blindaba, sino que ahora mismo ya están adentrándose en lo que hasta ahora se consideraba terreno vedado para los robots. Ahora consiguen ser capaces de ser creativos y de generar trabajos creativos. Los robots son cada vez más capaces de ser periodistas o creativos de marketing.
"Una máquina ganará el Pulitzer algún día", predice a The Guardian Kris Hammond, de Narrative Science, ya que los robots son cada vez más capaces de encontrar historias en los datos y de convertirlas en un contenido que el lector disfruta. AP, la agencia de noticias, empezó de hecho hace unos meses un piloto para automatizar cierta información, dejando en manos de robots la redacción de contenidos sobre los resultados financieros de 400 compañías. Meses después, los robots escriben sobre 4.000 empresas.
Las máquinas han ido cubriendo cada vez más actualidad y están empezando a escribir sobre temas cada vez más complejos, más variopintos y que requieren cuestiones menos "asépticas" como pueden ser los resultados financieros de una empresa. Las máquinas ya escriben noticias sobre Juego de Tronos u obituarios de los recientemente fallecidos. Y, por supuesto, las máquinas ya se han lanzado a por el listicle, ya que, como explican los expertos, son artículos escritos siguiendo una fórmula y por tanto bastante fácilmente automatizables.
Y, si las máquinas son capaces de escribir ya noticias y de teorizar sobre el destino de Jon Nieve, claramente son también capaces de escribir anuncios y de hacer claims publicitarios que funcionen y mucho más hacer trabajos marcados por la estadística y por el análisis de datos. Un estudio señalaba que entre la mitad y dos tercios de los trabajos del área de marketing van a desaparecer por culpa de los robots y que ahora que las marcas buscan perfiles cada vez más técnicos en el área de marketing esos trabajos pueden quedar más en manos de ellos. En la era del algoritmo, por poner un ejemplo, no se necesita realmente a un humano para comprar publicidad.
No es el único terreno en el que los robots podrán adentrarse y se están adentrando ya. Los propios trabajos creativos pueden caer ante los robots, que empiezan a ser más infalibles que los humanos a la hora de crear mensajes que funcionen. Una compañía llamada Persado creó, tras años de trabajo, una herramienta que era capaz de crear de forma automática anuncios para internet que funcionaban mucho mejor que los creados por humanos. El trabajo creativo de sus robots tenía un 95% más de posibilidades de ser recibido de forma positiva por los consumidores (y lograr el clic) que lo que hacían creativos humanos.
Y a esto todo hay que sumar el último movimiento de McCann Japón, una curiosidad de esas que funcionan como una suerte de guiño pero que en realidad, y como recuerdan en AdWeek, deberían empujar a reflexionar mucho más sobre lo que está ocurriendo que simplemente quedarse en la anécdota. Han contratado a un robot como director creativo, lo que claramente es un elemento para generar comunicación y relaciones públicas pero que también es un dato muy interesante sobre hacia dónde van las cosas. "Nuestro equipo no tenía director creativo, así que pensamos ¿por qué no crear uno nosotros mismos usando la inteligencia artificial?", explicaba uno de los responsables del grupo que se autoimpuso un jefe robótico.
Pero sin duda donde mejor se está viendo el cambio y donde se está comprendiendo más cómo los robots, que además empiezan a parecerse físicamente más a los humanos y son cada vez más antropomorfos (aunque sí existe un debate sobre si esa apariencia los hace más o menos inquietantes para el ser humano), está en la atención al cliente. Los robots empiezan a estar por todas partes y son cada vez más importantes. La inteligencia artificial no es ya solo el as que usan las empresas de telecomunicaciones para no poner a un operador a atender las quejas de los clientes (no siempre con los mejores resultados) ni tampoco lo que hacen "esos japoneses tan techies" (echando mano de clichés) que llenan sus tiendas de robots que venden cápsulas de café o te abren un préstamo. Ahora empieza a estar por todas partes y empieza a marcar las decisiones de cada vez más y más empresas.