Por Redacción - 21 Marzo 2018

Las nuevas tecnologías son, a medida que van apareciendo en el mercado, el elemento del que todo el mundo habla, especialmente en cuanto empiezan a protagonizar casos de éxito. El ciclo de la vida de la tecnología y de su relación con la empresa podría verse casi de hecho así.

Primero aparece algo que los expertos y los early adopters ven con mucho potencial, pero que no se mueve más que por ahí. Luego algún avispado genio del mundo del marketing le ve el uso para mejorar la relación con los consumidores y a la hora de posicionar la marca para la que trabaja, así que empieza a emplearlo. Y tras todo ello la tecnología en cuestión empieza a protagonizar análisis, predicciones y estudios en masa, porque todo el mundo empieza a estar convencido de que es la gran cosa del futuro.

Pero ¿realmente se empieza a usar la tecnología en cuestión cuando ocurre este último punto y empieza a integrarse de forma recurrente en la estrategia de marketing? ¿O en realidad se convierte en uno de esos elementos de los que todo el mundo habla pero que no son realmente gran cosa, un - como se suele decir usando la expresión inglesa - hype de interés, pero no tanto de uso?

Quizás, viendo los datos, se pueda llegar a la conclusión de que ese es el problema exacto que ocurre con la tecnología y con su uso en el mundo de los negocios y en la estrategia de marketing. Todo el mundo parece muy entusiasmado con las cosas novedosas que aparecen, pero el entusiasmo no se traduce exactamente en uso de lo que tanto interés despierta.

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