Por Redacción - 12 Abril 2018
En la comparecencia ante una comisión del Senado estadounidense, Mark Zuckerberg, el CEO de Facebook que está intentando defenderse ante el impacto negativo del caso Cambridge Analytica, hizo varias declaraciones. Una de ellas estaba referida a la inteligencia artificial. La IA, que irá creciendo de peso y poder en el futuro próximo, esperan que les ayude a ser capaces de atajar sus problemas. La inteligencia artificial será el arma no tan secreta que les permitirá evitar que ciertos problemas de los que ahora tienen sucedan.
Y esa es, en realidad, la visión generalizada que parece que tiene la industria sobre la inteligencia artificial. Viendo los resultados de los estudios, las declaraciones que realizan los directivos y las previsiones que lanzan los analistas, la inteligencia artificial es una suerte de promesa futura, ese elemento que parece que lo va a solventar todo y que permitirá que muchos de los problemas que ahora son una plaga para la industria dejen de serlo.
Pero lo cierto es que, cuando se rasca un poco y se pasa de lo que muestra la superficie, la cosa se vuelve mucho más compleja y un tanto diferente. Puede que la inteligencia artificial esté de moda, puede que todo el mundo esté hablando de ella y de su gran potencial para el futuro y sobre cómo cambiará todas las cosas, pero ahora mismo la visión que se tiene de lo que está ofreciendo y de para qué está sirviendo no es exactamente tan positiva.
De hecho, leyendo lo que los propios miembros de la industria le dijeron a Digiday, se podría decir hasta que están desencantados. La IA está en ese momento en el que los responsables de marketing se dan cuenta de que no va a ser un bálsamo mágico, o al menos uno inmediato, y empiezan a cambiar el discurso.
Los directivos acaban de participar en un evento a puerta cerrada sobre el tema y han señalado cuáles son sus principales quejas.
Como bien dice el refrán popular, se habla mucho pero se hace poco sobre la cuestión. Y esa es una de las grandes frustraciones de los responsables de marketing, tanto que uno señalaba al medio incluso que pensaba que la IA era "como la realidad virtual hace unos años". Todo el mundo está hablando de ella, es la gran palabra de moda pero aún no está realmente claro lo que puede hacer y sobre todo hay un cierto descrédito. Los responsables de marketing son escépticos ante el poder de elementos como los bots y las herramientas de IA "en general" y empiezan a asumir que las máquinas no pueden hacerlo todo.
O lo que es lo mismo: las promesas de la inteligencia artificial se van a la basura si la empresa no tiene la masa de datos necesaria para sacarle provecho. Los directivos están empezando a comprender esto y están asumiendo también que no se trata solo de tener datos sino de prepararlos para la inteligencia artificial (lo que es todavía más complicado).
La palabra que han usado para concluir este punto en Digiday es fricción. Los responsables de marketing confiesan que ya no se trata solo de los retos de la propia IA, es que además hay que trabajar mucho y esforzarse igualmente mucho para hacer evangelismo de la inteligencia artificial dentro de la empresa.
Además, se necesita un equipo específico que sepa de qué va todo ello, lo que no siempre es posible (o no siempre resulta fácil convencer a quienes manejan el presupuesto de esto). Si a eso se suma que hay que convencer a los demás de que no va a ser una varita mágica al primer uso y que es probable que se empiece con errores, se tiene la foto completa.