Por Redacción - 27 Septiembre 2018
Uno de los cambios que iba a imponer el hogar inteligente - o al menos eso era lo que siempre se traía a colación cuando se hablaba de la revolución que suponía para la industria - era que iba a hacer que muchos elementos de la vida cotidiana estuvieran conectados. Y esto no solo hacía que estuviesen en la red y que se pudiesen ofrecer muchos nuevos servicios a los consumidores, sino que además hacía que todo el hogar se convirtiese en una especie de fuente de información, en un manantial de datos del que las empresas podrían sacar muchas cosas en limpio.
Pero lo cierto es que el cambio no era exclusivo del hogar. A medida que cada vez más espacios de la vida cotidiana se conectaban a la red y se convertían en smart, se podía aplicar el mismo principio. Uno de ellos ha sido los medios de transporte y, de forma concreta, los vehículos. Los coches están conectados a la red, usan internet para cada vez más cosas y se han convertido así en una fuente de información a la que las empresas pueden echar mano para cada vez más cosas.
Una de las tradicionales ideas que se vendían era la de emplear los vehículos, internet y los datos para segmentar mucho mejor la publicidad. Era la idea de ofrecer anuncios que se ajustasen al dónde se estaba en ese momento y al qué se hacía entonces. Por ejemplo, era la idea de que si se pasaba cerca de una tienda, pudiesen enviarnos ofertas relacionadas.
Sin embargo, el potencial de los datos en los vehículos y su aplicación en publicidad puede ir mucho más allá de eso, abriendo muchas posibilidades más y también haciendo que se cuestionen muchas más cosas en términos de privacidad.
De hecho, no solo se están abriendo posibilidades sino también el abanico de quienes pueden sacar tajada de ello. Los fabricantes de automóviles están empezando a ver el potencial de la publicidad y la posición en la que se encuentran para sacar beneficios de ello.
General Motors acaba de anunciar que empezará a estudiar cómo sus conductores escuchan la radio y otros audios para así ser capaces de recopilar datos que ayuden a hacer mejores anuncios. "La industria de la radio y la de los coches han existido de forma paralela. Pero, ciertamente, no ha habido mucha interacción entre las dos", señalaba uno de los directivos del fabricante de automóviles. Ahora, buscarán hacerlo y aplicarlo a la publicidad.
El fabricante de vehículos ha ya estudiado en pruebas los hábitos de 90.000 conductores de dos áreas metropolitanas estadounidenses entre finales de 2017 y principios de 2018 para analizar los audios que escuchaban (los conductores dieron permiso para ello). Gracias a estos primeros tests ya han sido capaces de crear perfiles psicológicos de los oyentes en base a qué escuchan y qué coche conducen. Los conductores muestran pautas de comportamiento en la escucha y General Motors quiere usarlo para la publicidad.
Por el momento, no tienen muy claro cómo ocurrirá esto y cómo le sacarán provecho, pero siguen investigando.
En general, una de las próximas fronteras a conquistar por parte de la publicidad va a ser el interior de los vehículos. Algunos fabricantes de coches están intentando cambiar incluso la naturaleza de los espacios del coche, para convertirlos en zonas publicitarias. Una de ellas es el parabrisas, en el que trabajan para que sea una pantalla más y usarla para servir información y también publicidad.
La idea del parabrisas-pantalla parece algo de ciencia ficción, pero sin embargo en otras áreas ya parece claro qué se hará y cómo. Los anuncios del futuro, en lo que a coches se refiere, irán integrados en los diferentes sistemas del vehículo. Sus sistemas de navegación, las pantallas integradas o los sistemas a bordo, así como los sistemas de audio, son los terrenos de juego a conquistar y donde fabricantes y anunciantes concentran sus esfuerzos.
La idea tiene mucha lógica. El coche es una parte crucial del día a día de una gran parte de los consumidores y es además un espacio en el que la audiencia está cautiva. Usarlo bien podría ser una jugada maestra de los anunciantes.