Por Redacción - 4 Junio 2020
El modo incógnito de los navegadores crea una cierta sensación de seguridad. Los internautas sienten que la información que están buscando, las páginas que están viendo y los sites en los que están comparando precios no son procesados por nadie. La realidad es un tanto más compleja. La propia letra pequeña del sistema, que el consumidor ve en cuanto abre una pestaña de incógnito, ya señala que los datos no son absolutamente invisible. Y, a la hora de seguir o no al consumidor, hay otras maneras que permiten hacerlo.
De hecho, no hay más que visitar sites de viajes en modo incógnito para comprobarlo: la publicidad de esos servicios perseguirá después al consumidor de todos modos.
Para poder seguir a los consumidores que entran en sus sites en modo incógnito, las empresas solo tienen que usar el sistema de huella digital. Partiendo de desde dónde navegas, pueden determinar quién eres y luego lanzarte los anuncios con los que quieren captarte.
Un estudio de un investigador de la Universidad de Vanderbilt llegó incluso a concluir que Google tiene capacidad para recabar información de los consumidores aunque naveguen en modo incógnito. Cruzando datos y partiendo de la información que ya tiene de ese consumidor previa tiene ese trabajo hecho.
¿Crea por tanto el modo incógnito o el modo espía de los navegadores una falsa sensación de seguridad? ¿Y hasta cuánto son conscientes los consumidores de que no son realmente invisibles en términos de datos cuando navegan de ese modo? Son cuestiones para el análisis y ahora también en parte para un proceso judicial.
La recopilación de datos por parte de Google en modo incógnito es la base de una demanda presentada por un consumidor ante el U.S. District Court for the Northern District of California. La demanda acusa a Google de trackear y recolectar el historial de búsqueda de los internautas aunque naveguen en modo privado y de con ello incumplir la ley de privacidad de California (una normativa que entró recientemente en vigor y que es similar a la europea).
"Google trakea y recolecta el historial de navegación del consumidor y otra actividad web sin que importe las protecciones que los consumidores tomen para proteger la privacidad de los datos", acusa la demanda. En el epicentro de la acusación está la publicidad: según el demandante, en modo espía Google sigue permitiendo a medios y anunciantes controlar qué sites visitan los usuarios. Por tanto, siguen pudiendo recopilar datos.
Google ha rechazado la demanda y las acusaciones. Como explica uno de sus portavoces a The New York Times, van a defenderse "con vigor" contra la acusación y, además, insisten en que cada vez que se abre una nueva pestaña de incógnito hay un aviso claro que señala que "los sites podrán ser capaces de recolectar datos sobre tu navegación". Para la acusación, ese aviso no es suficiente y creen que el modo incógnito da una "expectativa razonable" de navegar sin seguimiento.
La acusación - tres usuarios estadounidenses con cuentas de Google - piden una compensación. Algunas estimaciones apuntan ya a que si Google pierde el proceso judicial podría recibir una multa de 5.000 millones de dólares.
Esta no es la primera vez que acusan a Google por trackear en exceso a sus consumidores, aunque hasta ahora las acusaciones no prosperaron. Pero, pase lo que pase con esta demanda, su simple existencia ya daña todavía más la percepción que los consumidores tienen de la privacidad y las grandes compañías de internet.