Por Redacción - 9 Junio 2020
Una usuaria que de forma habitual se pone herramientas para limitar el tiempo que destina al móvil me comentaba una vez que, en el fondo, con todo el tiempo que pierde haciéndolo hubiese podido leer más libros y hacer muchas más cosas. El día que perdí una tarde haciendo scroll en Twitter y completando cuadrados en un juego móvil que se basa justo en ese concepto y acabé terminando lo que tenía que escribir mucho más tarde de lo previsto pensé que tenía razón. La pantalla del móvil se había convertido en un elemento que lleva a perder demasiado, demasiado tiempo.
Tanto, de hecho, que se puede medir en años, como acaba de demostrar un estudio que ha echado cuentas de ya no cuántas horas al día perdemos con la pantalla del móvil, sino de cuantos años acumulados esos scrolls en redes sociales y esos juegos online suponen. El estudio, realizado en Estados Unidos, no ha limitado la cuenta al móvil y ha sumado las demás pantallas que rodean a los consumidores. Las conclusiones son abrumadoras: media vida se nos va viendo no lo que ocurre a nuestro alrededor, sino lo que pasa en una pantalla.
De media, y al final de su vida, el adulto medio de EEUU habrá pasado 44 años de su existencia mirando pantallas. De media, señalan los responsables del estudio, los adultos pasan 6.259 horas al año pegados a las pantallas de sus ordenadores, sus móviles y otros dispositivos electrónicos y sus televisores. Con una media de vida adulta de 60,7 años, eso implica que 44 de esa etapa de la vida se han ido en mirar una pantalla.
Para llegar a esos datos de impacto, solo hay que mirar las medias acumuladas de tiempo de pantalla diario. De las 24 horas que tiene el día, 17 se le van a los adultos mirando una u otra pantalla. La televisión se lleva una media de cuatro horas y media, los ordenadores unas cinco y los móviles algo más de cuatro y media. A eso hay que sumar que algunos adultos usan otro tipo de pantallas de forma habitual y diaria, como dispositivos de juego o tabletas. Y, por supuesto, los tiempos varían y se suman.
También han descubierto que los usuarios creen que solo la mitad del tiempo que pasan mirando pantallas es productivo, así que se podría decir que esa sensación de perder el tiempo en una pantalla es habitual. Para romper con la desolación de sentir que no se está avanzando nada, los usuarios suelen hacer pausas. Esas pausas, eso sí, suponen irse a ver otra pantalla u otro tipo de contenidos también en la red.
Los responsables del estudio, una compañía óptica, han dejado claro que deberíamos hacer pausas para no dañarnos la vista y el resto del estudio se centra en lo que creemos y lo que no sobre el impacto que tiene en nuestros ojos esta alta exposición. Es poco relevante para marcas y empresas, para las que por lo demás, y de rebote, el estudio deja claros unos cuantos puntos sobre cómo deben operar para conectar con sus consumidores.
Las empresas ya tenían claro que los consumidores están cada vez más pegados a una pantalla, pero lo que deben asumir a la hora de crear sus estrategias y sus vías de contacto es que las pantallas nos acompañan todo el día y a todas horas y que cuando nos hartamos de una simplemente nos vamos a otra.