Por Redacción - 23 Febrero 2021
Cuando se habla de nombres de dominio, habitualmente se acaba hablando de SEO. Al fin y al cabo, el nombre de dominio es la dirección que sitúa a las marcas en la red, como la dirección física lo hace en la calle, y sus responsables aspiran a que sea fácilmente encontrada. Igual que escoges una calle concreta porque hará que sea más fácil que los consumidores encuentren tu establecimiento, también se selecciona la mejor dirección online en términos de búsquedas futuras en la red.
Sin embargo, los dominios no son únicamente importantes desde el punto de vista de posicionamiento web, también lo son en términos de identidad online. Por ello, además de pensar en cómo funcionará esa dirección desde el punto de vista del SEO también hay que analizar qué impacto tendrá en recuerdo de marca, identidad o reconocimiento. Cuando tu consumidor ve tu dominio debe saber qué compañía le está hablando y por qué. Igual que tu establecimiento físico refleja a todos los niveles tu marca, también debe hacerlo tu presencia online.
Como explican desde OVHcloud, registrar o comprar un dominio en una plataforma como la suya es, desde el punto de vista tecnológico, un proceso sencillo, seguro y con precios competitivos. Lo importante y determinante es, por tanto, que el dominio se adapte a las necesidades de la marca y que funcione como una buena carta de presentación de la compañía, sus valores y sus características.
La regla de oro, señalan, es la de que "un nombre de dominio debe ser simple, fácil de recordar y de escribir". El consumidor no debe verse obligado a hacer esfuerzos a la hora de memorizarlo o de introducirlo en su navegador. Pero, incluso con ese punto de partida, el nombre de dominio permite mucho margen para la creatividad y para hacer branding de una manera efectiva.
Blindar el dominio vinculado a tu marca y su nombre oficial es crucial en términos de identidad y de reputación, pero la identidad online no debe verse limitada por ello. Para algunas compañías, hacerse con dominios temáticos, especialmente en áreas en las que a los consumidores lo que les importa es el servicio concreto que se le ofrece, puede ayudar a posicionar mucho mejor a la compañía y también a vincularla con su mercado tipo.
Los dominios también permiten usar la identidad de una acción concreta -por ejemplo, con dominios específicos para campañas- que reforzarán de forma paralela la imagen principal de marca.
Las extensiones de dominio permiten segmentar a públicos, reforzar valores de marca o convertir a la marca en mucho más local. Comprar dominios vinculados a lugares, por ejemplo un .MADRID, ayuda a reforzar la imagen cuando se tiene algo especial que decir a su público en esas zonas.
Igualmente, las extensiones permiten hacer juegos de palabras y convertir en mucho más memorables las direcciones web. Otras extensiones, como las .shop o las .edu, sirven para dejar muy claro al consumidor qué se encontrará una vez acceda a la web y también son más fáciles de recordar si se tiene claro a qué se dedica la compañía.
El dominio aburrido que corresponde, el .com o .es de turno, debe ser asegurado, cierto, pero no debe limitar a la marca a nivel creativo.
Por supuesto, cuando se piensa en branding, hay que tener en cuenta las reglas de la lengua... pero no necesariamente para seguirlas al 100%. La ortografía es secundaria ante un nombre de dominio que puede tener más impacto o que puede ser más memorable, pero también ante uno que funcionará mejor fuera del mercado de origen si lo que se busca es el alcance global.