Por Redacción - 23 Marzo 2022
En París, las pizzas salen del horno, pero atendidas por completo por robots. Es lo que ocurre en Pazzi, una pizzería en el céntrico barrio de Beaubourg, junto en frente del centro Pompidou, que abrió este verano y que es un restaurante completamente robotizado. Sus creadores han dedicado siete años de investigación a crear el modelo y los robots necesarios.
Ahora, meses después, Pazzi sirve de forma autónoma pizzas y más pizzas, con una visión "fast good food", como explicaban en su lanzamiento. Es, como lo definían, un pizzaïbot. Puede producir una pizza cada 45 segundos, hornear seis a la vez y terminar en 5 minutos por pizza.
Sus creadores dicen que es rápido y transparente, porque los clientes pueden seguir el proceso en tiempo real y en todo momento. El robot toma nota del pedido, lo hace, lo mete en su caja y lo entrega. Los precios son los habituales para una pizza, entre 7 y 14 euros.
Pazzi es llamativo - todo lo que implique pizzas acaba fascinando a medios y público - pero no es más que la última evolución de una tendencia con cada vez más tirón.
Los robots están cada vez más presentes en la atención al cliente y las empresas los están metiendo en cada vez más áreas de trabajo. Hay quien ve incluso en los robots una potencial solución a los problemas de personal de la industria de la restauración (un problema global y que este verano dio muchos titulares en España, motivado por los salarios bajos y la elevada precariedad).
De hecho, unos de los grandes protagonistas del último Mobile World Congress (MWC) de Barcelona, que se celebraba hace menos de un mes, fueron ya los robots. En su stand, Telefónica presentó la demo 5G Bartender, que mostraba un robot camarero de Macco Robotics capaz no solo de servir el último cóctel de moda.
La compañía aseguraba que incluía la "posibilidad de servir diferentes tipos de bebidas, reconocimiento facial, trato personalizado a los clientes registrados y respuesta en varios idiomas". El robot camarero tenía, por tener, hasta nombre: se llama Kime. La conexión 5G y el edge computing eran las claves que explicaban todo su potencial.
Telefónica presentaba ese robot camarero, pero no estaba sola. En la feria, por ejemplo, también se podía ver un perro cibernético, el CyberDog de Xiaomi, y otros robots.
"La robótica está dando el salto desde el sector industrial, en el que es ampliamente utilizada, a otros sectores de nuestra economía, de forma imparable", explicaba entonces Mercedes Fernández, gerente de Innovación, Red y TI de Telefónica. "Poder llamar a las personas por su nombre o poderles hablar en su idioma natal, sea cual sea éste, nos parece una buena manera de avanzar en esta línea, que refuerza nuestra vocación de utilizar la tecnología para hacer nuestro mundo más humano", añadía.
Y ahí está la clave de por qué esta avalancha de robots podría llegar en un momento diferente y tener más éxito que en el pasado reciente.
Al fin y al cabo, los experimentos con robots y las presentaciones llamativas para prensa se han ido repitiendo a lo largo de los últimos años. Los avances de la tecnología y el hecho de que el 5G permita mejores conexiones pueden hacer que los robots de hoy sean más eficientes, rápidos y cercanos al consumidor, lo que ayudará en su posicionamiento.
Pero, además, también ha cambiado el mercado. Las necesidades de mayor eficiencia y reducción del contacto han hecho que la pandemia acelere la aceptación de los robots. Los consumidores se han familiarizado con experiencias como el pago sin contacto o con la atención más informatizada, lo que podría abrir las puertas a normalizar que la pizza te la sirva - y te la haga - una máquina.