
Sucedió casi en simultáneo: cuando el mundo de internet explotó a nivel alcance y adopción en todo el mundo, comenzaron a circular imágenes de perritos y gatitos acompañando mensajes motivacionales, saludos de cumpleaños y memes (incluso antes de que los conociéramos como tales). El universo publicitario no fue la excepción. Los perritos y gatitos eran “lo que la gente quiere ver” y, por supuesto, tenían un gran impacto aplicados a los anuncios. Pero con el tiempo, el recurso fue perdiendo efecto.
Hace ya muchos años que la publicidad viene atravesando un período de transición en la que la tecnología es protagonista. Por un lado, crece la variedad de plataformas y con ellas la complejidad que supone estar presente en todas para atender a un público atomizado. Por otro lado, crecen las facilidades que tienen los creativos para generar material original, de nutrirse de nuevos materiales y formatos. Desde ese momento también surgió el mito de “tecnología vs creatividad”. Como si se tratase de una competencia con ganadores y perdedores.
Creo que la ecuación es bien diferente. En los más de 10 años que llevo como marketer en las principales empresas de consumo masivo, me tocó ver esta evolución muy de cerca. Hoy, más que nunca, la tecnología puede ayudar a los profesionales de la publicidad.
Hoy trabajo en Memorable, la startup de argentinos incubada en Harvard y el MIT que utiliza inteligencia artificial para optimizar el impacto de la publicidad. En cuestión de segundos, la tecnología permite predecir, con gran precisión, cómo van a performar las piezas. Por ejemplo, cuánto van a ser recordadas. Mi rol implica tender puentes para que creativos y planners puedan nutrir su trabajo de datos históricos de la marca y sus competidores en segundos para tomar mejores decisiones. Y lo quiero hacer derribando mitos, uno a la vez.
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