
Por Redacción - 20 Enero 2025
Nadie duda ya de que la inteligencia artificial está transformando rápidamente la manera en que los especialistas en marketing realizan investigaciones, redactan contenido y toman decisiones estratégicas. Sin embargo, esta creciente dependencia de la automatización también plantea riesgos significativos. Aunque la IA ofrece herramientas avanzadas que prometen eficiencia y precisión, su dominio excesivo podría debilitar el pensamiento crítico y la capacidad de los especialistas para desarrollar estrategias sólidas. Este dilema requiere una reflexión profunda sobre cómo equilibrar el uso de la tecnología con habilidades humanas fundamentales.
Recientemente, un estudio publicado por la consultora Previsible destacó que la búsqueda tradicional de Google ha comenzado a perder terreno frente a opciones asistidas por IA. Por primera vez desde 2015, la cuota de mercado de Google en el sector de búsqueda cayó por debajo del 90%. Este cambio se debe, en gran medida, al auge de herramientas como ChatGPT, Claude y Co-pilot, que ofrecen búsquedas más personalizadas al comprender el contexto y la intención de las consultas. Estas herramientas han demostrado ser más efectivas y accesibles, redefiniendo el comportamiento de los usuarios en su interacción con la información.
La búsqueda asistida por IA ofrece a los usuarios resultados específicos y aparentemente precisos, eliminando la necesidad de analizar múltiples fuentes, como sucede en la búsqueda tradicional. Aunque esto representa una ventaja en términos de ahorro de tiempo, también puede generar una dependencia perjudicial. El simple acto de confiar en la respuesta generada por la IA sin cuestionarla puede fomentar una mentalidad pasiva, debilitando la capacidad de análisis crítico.
En su libro, Kahneman describe dos formas de pensar humanas. La primera es rápida, intuitiva y opera de manera automática, sin control consciente. Esta forma de pensar puede ser la causa de que las personas tomen decisiones incorrectas con frecuencia. La segunda forma de pensar, por otro lado, requiere atención concentrada y esfuerzo, y se emplea en tareas complejas o que implican cálculos. En resumen, la primera forma de pensar se asemeja al instinto o la intuición, mientras que la segunda representa el pensamiento crítico. Si, como sugieren los expertos en IA, estamos diseñando modelos basados en la primera forma de pensar, los usuarios podrían cometer los mismos errores que ocurren en sus decisiones cotidianas. Este riesgo podría ser especialmente alto entre las generaciones más jóvenes de profesionales del marketing que utilizan IA, ya que podrían ser más vulnerables a estos problemas.
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