Por Redacción - 13 Enero 2021
La inteligencia artificial se ha convertido en una suerte de gran promesa futura para la estrategia de las empresas, que ya la están, de hecho, usando para mejorar su posición en el mercado. La IA se ha convertido en la gran promesa para lograr una mejor atención al cliente, una más eficaz proyección de qué va a ocurrir o hasta una producción de producto de más calidad. La inteligencia artificial también analiza procesos de entrega, adelanta problemas o selecciona qué será lo mejor a la hora de conectar con los consumidores.
Por hacer, hasta se diseñan Cheetos y snacks usando la IA para que sean los mejores que se puede ofrecer a los consumidores.
Pero el potencial de la IA y los beneficios que puede reportar a las empresas no deberían hacer olvidar que no es exactamente perfecta y que puede acabar generando problemas si se espera mucho de ella y no se hace con una cierta visión crítica. El mejor ejemplo para entenderlo está en cómo los datos tienen de partida un sesgo de género y cómo ello hace que los resultados finales no sean equilibrados y ecuánimes.
Como acaba de demostrar un análisis práctico, la inteligencia artificial puede desvirtuar el mercado en términos de precio si de deja que opere como elemento dominante.
Los investigadores de la Rice University y de la Universidad de California han analizado de forma práctica qué ocurre si se deja en manos de la IA el regular el precio de un producto. Aunque de partida reconocen que la inteligencia artificial y el machine learning pueden ser muy positivos - y están perfectamente preparados para ello - para ayudar a las compañías a la hora monotorizar y marcar precios, sus conclusiones dejan claro que la IA no debería hacer ese trabajo en solitario.
Esto es, por muy útil que sea y por mucha información de valor que reporte, tus precios no pueden ser establecidos empleando únicamente la inteligencia artificial.
¿Por qué? De entrada, sus fuentes de información son más limitadas y su visión de las cosas sesgada. En general, los algoritmos de machine learning que controlan los precios no suelen tener en cuenta - puesto que no suelen tener acceso - a los factores ajenos a lo que el vendedor controla de forma directa, como todo lo que mueve los precios de los competidores
Para continuar, los investigadores descubrieron que cuando se dejan los precios en manos de la IA se acaba creando una situación de monopolio. Es decir, no se gana en competitividad de precios, sino en lo que alguna empresa marca.
Se acaba cayendo en la práctica de lo que en inglés se conoce como supracompetitive pricing, que tradicionalmente era lo que hacían a la hora de marcar precios compañías que no tenían competencia en el mercado (por ejemplo, farmacéuticas con medicamentos que solo tienen ellas en mercados no regulados).
Esto ocurre porque los precios de los competidores, cuando es un algoritmo quien los controla, acaban "sin darse cuenta" manteniendo entre ellos una relación de correlación. "Esto implica que una consecuencia de usar IA para marcas precios podría ser el de crear una atmósfera de colisión de precios en un mercado dado, llevando a un efecto monopolístico en las tarifas", explica Kanishka Misra, corresponsable del estudio.
Por tanto, la inteligencia artificial es muy útil y ayuda a las empresas a la hora de establecer estrategias y marcar precios, sí, pero no puede ser empleada de forma absoluta y sin marcar límites y controles externos.