Desde que tenemos noción de la existencia de las marcas (7.000 aC en la Mesopotamia), lo que se ha buscado ha sido y sigue siendo lo mismo: expresar singularidades que hacen de forma consistente la diferencia en mi oferta de productos y servicios. Ya en la antigüedad, las experiencias eran a 360º; con menos personas, más locales, ordenadas en el tiempo.
Sin embargo, en todos los casos se buscaba generar experiencias que tuviesen un significado único,... Esto no ha cambiado, en todo caso, lo que ha ocurrido es que se ha vuelto más complejo
Hoy en día, las claves pasan por pensar, decir y hacer de forma sencilla (que no simple) y honesta, prestando atención a los balances entre lo que prometo hacia afuera y los valores que se viven hacia adentro del sistema, entre lo que ocurre en los mundos offline y online; recordando que lo que prima son las ideas y no las herramientas que se utilicen (hoy) para crearlas, compartirlas y evolucionarlas; sabiendo que es un esfuerzo que debo hacer hacia una tribu deslocalizada que ha roto las fronteras del espacio y el tiempo.
El camino para crear y construir una experiencia relevante, única y significativa, que hace que la marca sea la plataforma estratégica de la empresa que expresa su propósito y da marco a sus ideas y actuaciones, es largo.
En cualquier caso se basa en tres grandes elementos:
Importante para quienes quieren salir de la crisis (incluyendo los que quieren ir a otros mercados): España, en media, está atrasada en estos conceptos, y se puede encontrar con competidores que ya los viven desde hace varios años. El cambio que se requiere debe ser disruptivo!
Fuera de cómo se quiera llamar a la experiencia, has unos conceptos básicos a tener en cuenta:
Dos elementos base:
Tres claves:
Cuatro anclas con la realidad: