
Por Redacción - 17 Octubre 2017
Las compañías de comida rápida han estado en los últimos años en crisis. Los cambios en los gustos de los consumidores y las modificaciones en sus hábitos han sido una suerte de golpe bajo que ha lastrado sus resultados y que las ha enfrentado a un panorama en el que tomar decisiones resultaba cada vez más complicado.
Posiblemente, el caso de McDonalds ha sido uno de los más paradigmáticos. La compañía se enfrentaba unos años atrás, como apuntaban los analistas, a una profunda crisis. Por un lado, la creciente preocupación por una alimentación más sana y saludable estaba lastrando su presencia en el mercado. Por otro lado, estaba perdiendo a sus públicos principales, como son niños y jóvenes. Para los millennials, McDonalds no era lo que buscaban y preferían sabores diferentes. En el caso de los niños no solo estaba el hecho de que sus padres estaban cada vez más preocupados por su alimentación sino también la cuestión de que su propio paladar se había vuelto cada vez más sofisticado y, por tanto, querían cosas mucho más variadas.
A las compañías del sector no les quedó más remedio que hacer un trabajo de reposicionamiento y de comprender cómo estaban cambiando las cosas. Como apuntan en un análisis en AdWeek, la palabra disrupción se ha convertido en una suerte de mantra generalizado y recurrente, pero lo cierto es que para estas compañías ha sido algo más que una palabra. Ellas han tenido que enfrentarse de manera masiva a los cambios y han necesitado replantearse por completo qué estaban haciendo y cómo.
De lo que estas compañías han tenido que hacer y de lo que han tenido que aprender se pueden extraer unas cuantas lecciones sobre lo que la disrupción, los cambios, obliga a tener en cuenta a las empresas.
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