Por Redacción - 23 Octubre 2019
Para obtener un resultado final excelente Paradigma aboga por el uso de métricas y metodologías ágiles que permitan alinear las áreas de negocio y tecnología para desarrollar productos y servicios vivos, que se mejoran y prueban en cada fase.
Vivimos en un mundo de constante cambio con la mayoría de las empresas reconociendo estar inmersos en proyectos de transformación digital, pero sin realmente saber qué es lo que quieren conseguir. Esto provoca que, en muchas ocasiones, las compañías desarrollen productos y servicios eficientes pero que nadie necesita. La clave no está en hacer un buen desarrollo, sino en preguntarse si tiene sentido hacerlo. De hecho, según McKinsey sólo un tercio de los proyectos alcanza los objetivos marcados.
Desde la multinacional española Paradigma, recuerdan que el uso de metodologías ágiles no sólo ayuda a diseñar productos acordes a lo que demandan los consumidores sino que, además, se consigue llegar al mercado hasta un 25% más rápido que con metodologías tradicionales.
"La velocidad de avance es frenética y la forma de construir productos digitales se encuentra en constante evolución, buscando una mayor abstracción y sencillez a la hora de desarrollar software y aprovechando los principios Agile para obtener una constante validación del producto", advierte Cristina de la Bandera, responsable de Digital DNA en Paradigma Digital. "Bajo el modelo tradicional de desarrollo de un producto para entregar en un plazo concreto te encontrabas con casos en los que para cuando el producto estaba acabado la tecnología ya había evolucionado", añade.
Conscientes de la importancia de alinear a los equipos y ayudar a definir bien las métricas de calidad en los desarrollos, Paradigma desvela las cinco claves para evitar desarrollar un producto o servicio eficiente que nadie necesita:
Tradicionalmente ha habido frustración por parte de clientes y proveedores por el incumplimiento de expectativas y ambientes de trabajo poco colaborativos que son herencia de adoptar un modelo de relación obsoleto trasladado a la nueva era digital. El método de transformación debe ser ejemplo de las nuevas prácticas que se quieren adoptar. Según un estudio de PwC los proyectos basados en metodologías ágiles son un 28% más exitosos que los proyectos tradicionales, donde el único objetivo era cumplir con un plazo de entrega y un coste fijo.
Hay que predicar con el ejemplo, hay que iniciar acciones con resultados medibles y no acomodarse ni un segundo, por si los resultados no son los que se esperaban y hay que cambiar de estrategia. El 63% de los encuestados de un estudio de VersionOne indicaba que el fracaso de la implementación ágil era fruto del choque entre la mentalidad tradicional de negocio de la compañía y la filosofía Agile. El éxito está en crear productos que aportan valor al mercado y los usuarios, lo que obliga a analizar durante toda la fase de ideación, desarrollo y lanzamiento diferentes métricas para adaptarse a las nuevas tendencias y tecnologías que surgen durante el propio tiempo de desarrollo del producto. Si algo no funciona o cambia hay que ser capaces de detectarlo sobre la marcha para mejorarlo o desecharlo.
El uso de estas metodologías de trabajo flexible permite a los equipos trabajar de forma iterativa, para adaptarnos a los cambios y a esa realidad que rara vez predecimos con precisión. Según el Project Management Institute, el 71% de las organizaciones usa enfoques ágiles, alguna vez, frecuentemente o siempre. Y es que la mejor forma de detectar qué aporta valor es experimentando y validando el resultado, trabajando de forma iterativa e incremental siguiendo el flujo de crear, medir y aprender.
Un cambio organizativo debe partir de un propósito, y debe comenzar con un cambio de mentalidad en las personas, asociado a un cambio de los modelos de liderazgo y, especialmente, incidir en la unificación de la visión y objetivos tecnológicos y de negocio. Según Gartner para 2030 la inteligencia artificial realizará de forma automática el 80% del trabajo rutinario de gestión de proyectos. En este sentido, las métricas son una buena baza para fomentar la transparencia y garantizar que la forma de trabajar y los resultados van a estar a la altura de las expectativas de ambas partes.
El uso de cuadros de mando interactivos permite una mejor adaptación del negocio, aumentando la colaboración y la transparencia entre todas las partes implicadas en el proyecto. Por ejemplo, Paradigma trabaja sobre tres grandes grupos de métricas: producción (velocidad, flujo eficiencia trabajo, satisfacción del equipo?), calidad (ratio de estabilización, calidad de software?) y negocio (valor real e índice de uso de cada funcionalidad, satisfacción del usuario?). El uso de métricas es indispensable para poder apreciar el valor de los cambios.
En definitiva, para tener éxito hay lograr que los cambios que se lleven a cabo tengan sus resultados, contribuir a que la organización sea más productiva, las personas estén más motivadas y sean más colaboradoras y, de esta forma, conseguir que realmente el valor generado aumente. Pero hay que tener en cuenta que adoptar nuevas formas de trabajo ágiles implican un cambio de mentalidad y de cultura empresarial que conlleva una gran dedicación y tiempo.