Opinión Negocios y Empresas

La gestión de equipos como fórmula del éxito

Director de Operaciones y proyectos en Multiplica

Cuando hablamos de gestionar equipos de cualquier índole, nuestros pensamientos automáticamente buscan referencias y asocian términos como “mandar”, “ordenar”, e incluso, conceptos que pareciera que estamos hablando de aspectos distintos; “perro guardián”. Los que trabajamos con equipos, podemos asegurar que no se podría estar más lejos de la realidad.

Sin duda, cualquier trabajador ha de rendir acorde a las expectativas con las que se le ha contratado, pero, ¿es este el primer objetivo? Tratemos de contestar con otra pregunta; ¿es capaz un trabajador de rendir al 100% sin aportarle estabilidad, herramientas, confianza, motivación, seguridad, liderazgo, aprendizaje…? La respuesta, además de evidente, tiene su base lógica.

En muchas ocasiones el estrés, o simplemente el día a día, nos hace olvidar o descuidar, la parte fundamental a la hora de trabajar con personas, que no es nada más y nada menos que el aspecto psicológico, el aspecto humano, que determina, en este caso, el rendimiento de todos y cada uno de los trabajadores de una empresa. Para mí, la clave de una buena gestión radica, como todo en la vida, en esa búsqueda del término medio entre la exigencia y la motivación. Como siempre suelo decir a mis más cercanos, un equipo capacitado y motivado, es invencible.

Ahora, detengámonos en hacernos una pregunta muy sencilla. ¿Alguna vez hemos calculado cuántas horas pasamos al día, a la semana, al mes, al año, en nuestros respectivos puestos de trabajo? Sí, efectivamente, la respuesta podría ser, si tendemos a generalizar, la gran mayoría. Pues bien, esto conlleva que con mucho más peso y razón, es imprescindible contar con un buen ambiente laboral, una estabilidad emocional que haga que nuestro desempeño sea por normal habitual, el adecuado. ¿Por qué habitual y no siempre? Muy sencillo, porque afortunadamente, nadie de nosotros somos robots y contamos con ciertos momentos en los que, por múltiples factores, el rendimiento no puede ser el que deseamos. Es en esos momentos, justo, en los que los buenos gestores de equipos han de acompañar y apoyar a las personas que están bajo su mando. Fomentar una comunicación fluida y abierta, respeto, confianza, transparencia, se traducirá en un compromiso fiel, constante de todo el equipo. Para concluir este punto, numerosos estudios científicos han concluido que una persona motivada y que se siente valorada, tiende mucho más a ser innovadora, a ir más allá de sus desempeños diarios, y que siempre buscará contribuir de una manera más sincera y desinteresada.

Me gustaría también dedicar un breve espacio a la importancia que, para mí, supone diariamente, el trabajar con equipos que agrupan diferentes perfiles, disciplinas, países, etc. Esto, sin duda, requiere un gran esfuerzo de cohesión, pero contribuye enormemente a aportar una riqueza mayúscula y que hace superar casi cualquier desafío que aparezca en el camino. Es importante recalcar que la buena gestión de un equipo no erradica los conflictos. Cuantas más personas formen parte de ese grupo, contaremos con más diversidad de personalidades, inquietudes, ambiciones, maneras de trabajar y peculiaridades. Sin embargo, es evidente que en un ambiente laboral sano, se producirán inherentemente menos cantidad de los mismos y los que surjan, podremos resolverlos con mejores herramientas, sobre todo, la comunicación.

Una de las principales funciones de un gestor de equipos, es convivir diariamente con el binomio de, por un lado, la defensa y protección de su equipo, y por otro, saber mantener la distancia suficiente que exige este rol para con el grupo. Todo esto, aunque suena a priori fácil, es casi lo más complicado. Pongamos un ejemplo: Imaginemos que contamos con un equipo de programadores, el cual ha trabajado muchas horas y duramente para sacar adelante un proyecto para un cliente. Finalmente, antes de la presentación, el equipo nos comunica que no se podrá entregar todo lo acordado en tiempos. Ante esta situación, lo primero que debemos hacer es comprender el porqué de ese retraso. Si como gestor de equipos, ese retraso es comprensible, deberemos conversar con el cliente y defender, si es necesario, la decisión de o bien entregar lo que tenemos disponible, o bien posponer la entrega. Si, por el contrario, ese retraso se podría haber detectado antes o incluso haber evitado, nuestra posición será totalmente distinta. Habremos de hablar con nuestro equipo, detectar qué procesos han fallado, corregirlos y hacerles ver cómo solucionarlo en futuras ocasiones, sin olvidar el trasladarles las consecuencias y riesgos de este cambio con el cliente. ¿Qué haríamos con nuestros hijos? Este símil puede servirnos dado que la relación entre un gestor y su equipo, si extrapolamos a una empresa, es la más parecida. Estaremos todos de acuerdo en que el enfadarnos, tomar represalias, gritar u acciones parecidas, no traerán consecuencias positivas.

Para concluir, me gustaría, a título personal, mencionar que si algo he aprendido a lo largo de todos los años que llevo trabajando, es que un buen gestor, debería rodearse de personas que tengan la libertad de darle su opinión, corregirle si es necesario y poder expresar su punto de vista para llegar a un fin común. Como me gusta repetir, a la hora de contratar a un trabajador para desempeñar un rol de gestor de equipos, no se le entrega el poder de la razón. El deseo ha de ser rodearse de personas para delegar, con las que conversar, que cuestionen las decisiones con argumentos sólidos o que incluso en algunas ocasiones, por qué no, nos abran los ojos. Eso, desde mi punto de vista, es la definición de un verdadero equipo o al menos así me han enseñado.

Si bien es cierto que la labor de un gestor de equipos es bien distinta a cualquier otro rol del equipo y ha de actuar conforme a ello, coincidiremos en que ha de ser la base, la piedra alrededor de la que giran el resto de departamentos y perfiles implicados. Por tanto, afrontar retos, aprender, alcanzar objetivos, fracasar, levantarse, apoyarse, todo esto y mucho más, juntos, como un equipo, es algo imprescindible y que marca, sin duda, los resultados y el día a día en cualquier organización.

Director de Operaciones y proyectos en Multiplica
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