Por Redacción - 14 Noviembre 2024
La longevidad de las empresas es un fenómeno notable en un entorno empresarial tan dinámico y cambiante como el actual. Los datos revelan una realidad alarmante: el 34% de las empresas creadas en 2019 ya no existen, y un porcentaje aún más alto, el 71%, de aquellas nacidas en 2007, desaparecieron tras la crisis económica global. Estos números destacan la fragilidad del tejido empresarial, donde muchas iniciativas no logran sobrevivir más allá de los primeros años debido a factores como una gestión inadecuada, la competencia feroz o la incapacidad de adaptarse a las fluctuaciones del mercado.
La supervivencia de las empresas en los primeros años es una prueba de fuego. Aunque la tasa de supervivencia en el primer año se mantiene alta, alrededor del 99%, el tercer año marca el inicio de una gran mortalidad empresarial. En este punto, las empresas que no han logrado generar beneficios o adaptarse a los cambios de su entorno enfrentan grandes dificultades para continuar. A partir del cuarto año, la tasa de supervivencia se reduce aún más, alcanzando apenas el 70% para el cuarto año de vida. De hecho, entre el tercer y el cuarto año, una de cada cuatro empresas cierra sus puertas, lo que subraya la importancia de una planificación estratégica sólida y una estructura de capital flexible.
Otros estudios similares coinciden con estos datos al destacar que durante los primeros 5 años, alrededor del 20% de las empresas nuevas fracasan. La tasa de supervivencia en el tercer año es del 66%, pero disminuye al 50% en el quinto año. Las empresas que alcanzan los 20 años de vida representan solo el 10% del total. Además, las pequeñas empresas con menos de 10 empleados tienen un 20% menos de probabilidad de sobrevivir que las empresas más grandes. Factores clave para asegurar la supervivencia incluyen una planificación adecuada, acceso a financiación, capacidad para adaptarse al mercado y una gestión eficiente.
Las empresas más longevas han demostrado una capacidad excepcional para adaptarse, innovar y reinventarse a lo largo del tiempo. Marcas como Coca-Cola, General Electric, Ford, IBM, Nestlé, Rolex, Siemens, Samsung, Johnson & Johnson y Toyota son ejemplos destacados de cómo una gestión estratégica, la adaptación a nuevas tendencias del mercado y la innovación constante son claves para su longevidad. A pesar de las dificultades, como crisis económicas o transformaciones tecnológicas, estas empresas han sabido diversificar sus productos y servicios, mantener su relevancia y fidelizar a sus clientes. Su éxito radica no solo en la calidad de sus ofertas, sino en su capacidad para evolucionar y seguir siendo competitivas en un entorno empresarial en constante cambio.
Marcas icónicas como Levi's, LEGO, Harley-Davidson, The New York Times y Vans, con una imagen percibida como clásica o conservadora, han demostrado una notable capacidad de adaptación en sus sectores. Levi's ha reavivado su relevancia entre jóvenes y adultos al reinventar sus productos y promover prácticas sostenibles; LEGO ha superado la competencia digital mediante colaboraciones y sets para adultos, y Harley-Davidson ha explorado las motocicletas eléctricas para atraer a una generación preocupada por el medio ambiente. The New York Times, por su parte, ha transformado su modelo de negocio con un enfoque digital, incorporando suscripciones en línea y podcasts para adaptarse a la era de la información digital, mientras que Vans ha actualizado su estética clásica con colaboraciones modernas, captando tanto a fanáticos de toda la vida como a nuevas generaciones. Estos ejemplos muestran cómo estas marcas longevas, al reinventarse sin perder su esencia, han logrado mantenerse relevantes en mercados cada vez más complejos.
Las empresas más longevas suelen proyectar una imagen conservadora, aferrándose a sus pilares tradicionales, lo que puede dar la impresión de que están ancladas en el pasado. Sin embargo, esta percepción es a menudo engañosa, ya que, en realidad, muchas de estas empresas han sido pioneras en innovación a lo largo de su historia. Su longevidad no se debe a una falta de adaptabilidad, sino a su habilidad para combinar la estabilidad de sus fundamentos tradicionales con una capacidad constante para reinventarse y evolucionar con los tiempos. Estas empresas han entendido que la innovación no siempre significa romper con el pasado, sino saber evolucionar sobre una base sólida. Al integrar nuevas tecnologías, actualizar sus modelos de negocio y adaptarse a las demandas de los consumidores, logran mantenerse a la vanguardia de sus industrias sin perder la esencia que las ha definido a lo largo del tiempo.
Solo el 0.01% de las empresas logran superar los 100 años de existencia, lo que resalta lo excepcional de su longevidad
Alcanzar este hito requiere no solo una sólida base de negocio desde sus inicios, sino una capacidad sobresaliente para adaptarse a los cambios económicos, tecnológicos y sociales a lo largo del tiempo. Las empresas que logran superar este umbral de un siglo suelen haber pasado por múltiples ciclos de transformación, desde la innovación de sus productos y servicios hasta la renovación de su modelo de negocio para mantenerse relevantes en un mercado global. Además, estas empresas han sabido gestionar con eficacia los retos externos, como crisis económicas, guerras, cambios regulatorios o avances disruptivos en su industria.
Pero la supervivencia a largo plazo no solo depende de una gestión financiera prudente o de la calidad de los productos y servicios que ofrecen, sino también de la capacidad para innovar y ajustarse a las necesidades del mercado. Empresas que logran mantenerse competitivas durante décadas, o incluso siglos, han comprendido que la innovación es una constante. Estas empresas no temen diversificar su oferta ni adaptarse a nuevas tecnologías, sino que lo hacen con visión a futuro. La capacidad de anticiparse a las tendencias y de evolucionar con ellas es esencial para su permanencia.
Su longevidad también está vinculada a una gestión estratégica que valora la planificación a largo plazo, el fortalecimiento de la marca, la fidelización del cliente y, por supuesto, una capacidad excepcional para reinvertirse y evolucionar. A menudo, estas compañías no solo sobreviven, sino que siguen siendo líderes en sus respectivos sectores, demostrando que la adaptabilidad y la visión son clave para la permanencia en un mercado en constante cambio. Además, las marcas longevas suelen estar profundamente conectadas con sus valores y su identidad. A menudo, tienen una misión clara y una cultura organizacional sólida que les permite sortear crisis económicas, cambios de paradigma en sus sectores y hasta transformaciones radicales en la tecnología. La gestión estratégica de estas empresas se enfoca en garantizar que sus productos y servicios sigan siendo relevantes, sin perder la esencia que les ha dado reconocimiento y lealtad a lo largo del tiempo. Es esta combinación de visión a largo plazo, adaptación constante y fidelización lo que les permite resistir las pruebas del tiempo y la competitividad.
Este enfoque también se refleja en cómo gestionan las relaciones con los clientes y los riesgos asociados a los mismos. La selección cuidadosa de clientes, la gestión de riesgos financieros y la diversificación de mercados son factores clave para garantizar que las empresas longevas puedan mantener su flujo de caja y continuar operando durante generaciones. Si bien las nuevas empresas enfrentan la dura realidad de una alta mortalidad en sus primeros años, las longevas han sabido construir un capital de confianza y relaciones duraderas que las respaldan incluso en tiempos de crisis.
El talento de los profesionales es fundamental para asegurar el éxito y la continuidad de las empresas, pues son ellos quienes impulsan la innovación y la capacidad de adaptación necesarias para superar los cambios y desafíos del mercado. En empresas de larga trayectoria, el talento no solo aporta habilidades y experiencia técnica, sino que también entiende profundamente la cultura y los valores de la organización, lo que permite mantener su esencia mientras se adapta a nuevas realidades. Los profesionales comprometidos con el legado de la marca contribuyen con ideas innovadoras que refuerzan su relevancia y competitividad a lo largo del tiempo. Asimismo, el talento interno permite a la empresa gestionar eficazmente las crisis y responder rápidamente a las transformaciones del mercado, gracias a la combinación de conocimiento histórico y visión de futuro. La habilidad para atraer y retener a estos profesionales es clave para que una empresa no solo sobreviva, sino que prospere y se mantenga en posiciones de liderazgo durante décadas o incluso siglos.
En este contexto, la búsqueda y retención de talento es un desafío constante: el 75% de las empresas enfrentan dificultades para encontrar personal con las habilidades adecuadas, especialmente en sectores como tecnología, ingeniería y finanzas. Para atraer a los mejores candidatos, el 63% de las compañías ofrecen bonos de contratación, y el 59% han incrementado los salarios. Sin embargo, la rotación promedio de los trabajadores calificados alcanza un 18% anual, impulsada en gran parte por la falta de oportunidades de desarrollo (31%) y salarios poco competitivos (27%). Las empresas, además, invierten alrededor de $4,000 en la contratación y onboarding de cada nuevo empleado, pero aquellas que cuentan con programas sólidos de desarrollo de talento logran reducir la rotación hasta en un 30%. Estos esfuerzos no solo fortalecen la permanencia del talento, sino que aseguran un futuro prometedor para la organización.
Evidentemente, el marketing y la publicidad son también pilares fundamentales en la longevidad de las empresas, ya que les permiten crear una identidad sólida, adaptarse a las tendencias del mercado y mantener la relevancia ante los consumidores. Una estrategia de marketing bien ejecutada ayuda a las marcas a diferenciarse de la competencia, gestionar la percepción pública y generar relaciones duraderas con los clientes, lo que facilita la fidelización y retención a largo plazo. Además, estas herramientas permiten a las empresas innovar y ajustar sus productos o servicios según las expectativas cambiantes del mercado, asegurando que se mantengan competitivas. De igual forma, este tipo de empresas también utilizan el marketing para manejar crisis, como problemas de reputación o cambios en la economía, al comunicar de manera efectiva sus valores y la evolución de su oferta. Asimismo, el marketing les ayuda a expandirse a nuevos mercados y a diversificar su propuesta, lo que es clave para mantener el crecimiento a lo largo del tiempo. Con la incorporación de nuevas tecnologías y plataformas digitales, las empresas pueden interactuar de forma más directa y personalizada con sus consumidores, lo que fortalece su relación y aumenta el compromiso.
Lo que es ya evidente, que el mérito de las empresas más longevas no radica solo en su capacidad para sobrevivir a las dificultades económicas, sino en su habilidad para adaptarse, innovar y reinventarse constantemente sumado el esfuerzo y el talento de sus profesionales.