Este fin de semana todas las marcas están hablando del Black Friday pero, ¿Qué es exactamente y de dónde viene?
Como la mayoría de fiestas comerciales que tenemos, el Black Friday lo hemos importado de Estados Unidos, en donde comenzó a celebrarse en la década de los 60 y alcanzó altas cuotas de popularidad a partir de 1975. El nombre de "Black Friday" hace referencia a las cuentas de las compañías, que esa jornada hacen caja, y pasan de números rojos a números negros.La tradición dice que el último jueves de noviembre se celebra Thanksgiving (Día de Acción de Gracias) y esa misma noche (la madrugada del viernes) los comercios abren sus tiendas con grandes descuentos. El objetivo es fomentar las compras en un mes complicado en el que los comercios facturan muy poco porque la mayoría de compras de noviembre se posponen para la Navidad, la gran reina del consumismo.
Tal vez Thanksgiving sea la fiesta por excelencia en Estados Unidos, más popular incluso que la Navidad, por lo que la invención del Black Friday fue todo un filón para incrementar las ventas.
A España, el Black Friday lo trajeron las grandes multinacionales como Apple, Amazon, H&M, Mediamarkt... y tras unos primeros años de desconocimiento e incomprensión por parte de los consumidores, se está consolidando en nuestro calendario como años atrás ocurrió con Halloween o San Valentín u ocurrirá en un futuro no muy lejano con Saint Patrick"s Day. Originariamente, el Black Friday se celebraba la madrugada del jueves al viernes aunque en los últimos años las promociones de las tiendas lo han situado desde el jueves hasta el domingo.
Para redondear la fiesta consumista pre-navidades, en 2005 en Estados Unidos se inventó el Ciber Monday con el propósito de ofrecer grandes descuentos en productos tecnológicos y en la compra online.
La popularidad del Black Friday es tal que el año pasado 141 millones de norteamericanos gastaron 57.000 millones de dólares, 1.200 de los cuales fueron a través de compras online.
La resaca consumista del Black Friday y el Ciber Monday (en menor medida) dejan facturaciones millonarias y estanterías vacías en los comercios que serán llenados con los productos creados específicamente para la Navidad. El negocio es redondo para las compañías, y también para el consumidor, que consigue descuentos de hasta el 40% sin los inconvenientes típicos de las rebajas (escasez de productos y tallas).