A principios de los "90, las marcas se comenzaron a utilizar como síntesis de información sobre aspectos funcionales concernientes a un determinado producto o servicio. Su objetivo principal era alcanzar un nivel de diferenciación tal que permitiese un mayor reconocimiento y atractivo, y por ende lograse la aceptación de un premio en precio.
Con el tiempo, esto se fue transformando y dio paso a la presencia de marcas corporativas, marcas regionales, marcas de instituciones sin ánimo de lucro o las conocidas coloquialmente como marcas personales.
Instrumentalmente, las marcas se consideran herramienta para potenciar ingresos. Adicionalmente, en los últimos tiempos, su rol como creadora de valor sostenido a largo plazo va ganando mayor peso.
Sin embargo, dada la multiplicidad de definiciones y objetivos que se le asignan a una marca, su evolución no deja de ser compleja.
Sólo en la recopilación hecha en 2013 por Stanley Moss en su libro "What is a Brand?", se pueden leer 62 definiciones diferentes de marca que se utilizan en la actualidad. Pese a ello, resulta interesante observar que éstas presentan algunos puntos comunes:
Es así como se pueden asumir cuatro espacios diferentes, según se tenga una visión institucional o social de las marcas, y una evolución temporal coincidente con el paso de su consideración como función herramental a la de proceso de negocio. Martin Kornberger, en su libro "Brand Society" lo sintetiza en el modelo que se presenta a continuación.
Institucionalmente, la marca está evolucionando de ser herramienta de gestión a convertirse en un proceso catalizador corporativo de la estrategia de mayor nivel.
Socialmente, suma a su peso simbólico la capacidad de convertirse en medio idóneo para lograr un balance dinámico entre los miembros de una organización y su sistema, y las personas que son externas al mismo, sin considerar el rol que cumplan en diferentes momentos.
En lo anterior es importante señalar la diferencia entre organización y marca. Puede haber diversas organizaciones que constituyen un sistema, y cuya expresión y forma de relacionarse con su contexto externo sea a través de una única marca.
Tómese como ejemplo generalizable, el de una empresa de telefonía cuyos puntos de contacto con sus clientes son terceras empresas; sin embargo, todas ellas bajo el paraguas de su marca.
Es así como, de su utilización como elemento que transmitía cierta información funcional sobre productos y/o servicios, las marcas han evolucionado convirtiéndose en elementos que sintetizan beneficios emocionales que hacen a la toma de decisión de quien adquiere algo, y luego en la búsqueda y disfrute de una experiencia significativa para aquellas personas que se relacionan con la marca en cuestión.
Esto se puede entender como la construcción de la relación entre personas y marcas, hasta llegar a ser estas últimas componentes de un estilo de vida deseado, cuyas características clave se pueden resumir en:
En síntesis, las marcas en su relación con las personas cumplen dos grandes roles: ser una plataforma que sintetiza la estrategia de más alto nivel de la organización y brindar soporte al estilo de vida de aquellos con los que se establecen vínculos.
Las marcas hacen a la relación entre personas y organización.